Aunque cada 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, quizá el primer movimiento de corte feminista del que tenemos constancia documental en La Rioja ocurrió hace 180 años, el 26 de julio de 1822. Dentro del vasto fondo de la familia Alesón, conservado en el Archivo Histórico de La Rioja, un impreso, bajo el título “Representación que hacen al Rey varias señoras ciudadanas de Logroño”, nada menos que ochenta riojanas exigen al monarca Fernando VII que abandone el Antiguo Régimen y apueste por la vía constitucional. Eran tiempos del Trienio Liberal, que serían aplastados un año después por los Cien Mil Hijos de San Luis.
Esta extraordinario documento, editado por la imprenta logroñesa de Antonio José Delgado, pone negro sobre blanco las peticiones de aquellas mujeres, la mayoría pertenecientes a reconocidas familias liberales, con el colofón de esta lapidaria frase: «Constitución ó sepultarse en las ruinas de la Patria».
De este fervor doceañista nacería, casi una década después, el mito femenino por excelencia de la causa liberal decimonónica española: Mariana Pineda, aquella joven granadina que fue ejecutada bajo la acusación de bordar un estandarte revolucionario.
Tuvieron suerte aquellas las “Marianas Pinedas” riojanas de no acabar sus días en el patíbulo, aunque sí mostraron un arrojo muchas décadas antes de que el feminismo se extendiera por media Europa. Las ochenta rubricaron un manifiesto contra Fernando VII pero, sobre todo, esgrimieron de manera corporativa su condición de mujeres, en una época en la que su papel estaba supeditado al del hombre a imagen de amo y esclava.
En La Rioja bullía en aquella época un fervor por la causa del progreso, que fue semillero de liberales que gobernaron España a lo largo del siglo XIX. Sagasta, Olózaga, Alesón, Zurbano, Santa Cruz, Dulce, todos ellos nombres tan ilustres como apegados al poder. No es de extrañar, pues, que entre las logroñesas firmantes del manifiesto se repitieran estos mismos apellidos, si bien entre todas ellas destacaba Esperanza Escolar, madre del siete veces presidente del Gobierno español, Práxedes Mateo Sagasta.
En 1823, la familia Sagasta sufrió la condena del destierro por sus ideas liberales, obligada a trasladarse a Torrecilla en Cameros, donde tenía parientes. Allí, en el exilio camerano, nació don Práxedes (1825). Veinte años después, la propia Esperanza Escolar colaboraría con el escritor y ministro Eduardo Chao en la reconstrucción de la biografía del logroñés Martín Zurbano, fusilado en 1845 en el convento de Valbuena.