Parece que fue ayer, pero ya han transcurrido cinco años desde el derribo de la ‘Casa de las Tetas’, uno de los edificios civiles más singulares del casco urbano logroñés. Cuando aquel 30 de abril del 2008 la piqueta hizo su aparición en la calle Vitoria, los políticos locales –como siempre- se lanzaron los tratos a la cabeza. La entonces portavoz del Grupo Popular, Cuca Gamarra, criticó al también entonces alcalde Tomás Santos por firmar la orden de derribo, después de haber anunciado que el equipo de gobierno PSOE-PR habían hallado una solución para conservar la casa. Santos, por su parte, aseguró que cuando el nuevo accedió al poder, «ya no había alternativa legal» para salvar el edificio.
Dos años después, el concejal Ángel Varea anunciaba que la ‘Casa de las Tetas’ volverá a lucir su aspecto original en el 2013 en cuanto a la fachada, tras las que quedarían habilitadas 35 viviendas. Pues bien, un lustro más tarde junto a la parroquia de Valvanera lo único que hay es un solar abandonado y maloliente.
Cuando el arquitecto riojano Ángel Pérez comenzó a proyectar la ‘Casa de las Tetas’, allá por el año 1924, no podía ni imaginar que acabaría siendo el sempiterno arquitecto municipal de Cáceres a lo largo del siglo XX. Tampoco podía imaginar que la primera y única obra que se conservaba en su tierra natal, la casa de marras, sería objeto de una furibunda polémica política y arquitectónica y, para terminar como un erial para gatos vagabundos y ratas descarriadas.
Un arquitecto de Viguera
Ángel Pérez Rodríguez nació en Viguera hacia 1902, según explica Federico Soldevilla, presidente de Amigos de La Rioja, que ha investigado la biografía y la obra de este prestigioso arquitecto. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, capital en la también que se casó con Amalia Martínez Carrero (1922).
Dos años más tarde presentó al Ayuntamiento de Logroño los planos de las casas que iba a realizar para Daniel Trevijano -futura ‘Casa de las Tetas’- según consta en el Archivo Municipal de la ciudad, y, casi al unísono, tomó parte en el concurso oposición para la plaza de arquitecto municipal de Cáceres.
Entre los documentos presentados por Pérez para la oposición, se incluía el certificado de su título superior, compulsado por la Escuela de Arquitectura madrileña en agosto de 1924, el proyecto ejecutado para el Ayuntamiento de Alfaro de la red de saneamiento y alcantarillado, así como los planos de los edificios que estaba realizando para Daniel Trevijano en la capital riojana. Según Antonio Rubio Rojas, archivero y cronista oficial de Cáceres, Ángel Pérez Rodríguez se afincó en la ciudad extremeña en 1926, donde ejerció como arquitecto municipal durante 43 años, hasta que se jubiló en julio de 1967 y donde Falleció diez años después.
Espectacular fachada
Pero regresamos a 1924, casi noventa años atrás. Después de que Ángel Pérez presentara diferentes proyectos y el Ayuntamiento llevara a cabo varias modificaciones, comenzó la construcción de la ‘Casa de las Tertas’, un edificio de planta baja, cinco alturas y entrecubierta, en cuya fachada destacaba la espectacularidad de su decoración a base de cariátides, atlantes, ménsulas, balcones, columnillas y recercos de esquinales de piedra. Su principal singularidad se debe al acierto con el que fue resuelto el emplazamiento, un solar entre dos calles mediante la disposición de un rotundo torreón, muy característico de la arquitectura regionalista.
«Este sólido e imaginativo proyecto fue determinante a la hora de aprobar la oposición que el arquitecto de Viguera obtuvo en la ciudad cacereña», explica Soldevilla, que en su estudio ha contado con la colaboración del Archivo Municipal logroñés, del mencionado cronista Antonio Rubio, de Francisco Javier Pizarro, académico de Extremadura y profesor de la Historia del Arte en la Universidad de Extremadura, y de José Manuel Martín Cisneros, historiador y director del Centro de Educación de Adultos.
El estucador Soler, que residía en la calle Murrieta y que durante un tiempo tuvo un almacén en los bajos del edificio, contribuyó sobremanera a magnificar la apariencia de la ‘Casa de las Tetas’. Esculturas y bajos relieves, realizados en escayola, fueron recubiertos por Soler con un estuco que le daba una apariencia pétrea.
A quien corresponda: Por favor, que la ‘Casa de las Tetas’ recupere el esplendor de antaño, al menor el de su fachada, y que, cuanto antes, el Ayuntamiento logroñés se reúna en pleno y declare la piqueta como “herramienta nom grata”.