Con meridiana claridad lo expresó el añorado escritor, economista y, sobre todo, ‘rebelde con causa’, José Luis Sampedro: «No tenéis derecho a recurrir a la violencia, porque tenéis la razón y el futuro». Se lo advirtió al colectivo 15-M, hace ahora ya dos años, pero el mensaje es sin duda extensivo a cualquier movimiento social que luche por el bien común de una sociedad huérfana de padre y madre.
Tengo un amigo francés que cada vez que viene a España me repite lo mismo: «Con el paro que hay, la corrupción y la pobreza… ¿cómo es que la gente no toma las calles?». Razón no le falta.
Desde luego, no debe ser fácil contener el enfado y el hartazgo de millones de españoles que ven cómo su realidad se les escapa por la taza del váter y, sin embargo, el mandamiento de Sampedro sigue más vigente que nunca. De hecho, la violencia no hace sino dar argumentos a quienes manejan el país a su antojo. Así acaba de hacerlo el alcalde de Gandía, Arturo Torró, enfrentándose a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca: «No vamos a permitir que nos amenacen. Estos métodos han sido utilizados por los nazis para señalar a los judíos». En realidad, Torró no hace sino emular a su jefa, Dolores de Cospedal, que cada vez que habla sube el pan.
Cierta clase política minusvalora peligrosamente los crímenes del nazismo –millones de asesinados en campos de exterminio– cuando los equipara a los escraches, por muy reprobables que estos sean. Además, cuando hablan de Hitler, estos prebostes parecen olvidar que España estuvo durante cuatro décadas bajo la bota de un dictador que colaboró, de forma muy activa, con el III Reich, y que ejecutó y encarceló sin ambages a quienes no pensaban como él. Sin embargo, muchos de ellos aún justifican su régimen totalitario. ¿O era autoritario?