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Marcelino Izquierdo

Historias Riojanas

La Rioja, bajo la mirada del Romanticismo

 

Hacia 1847, la entonces provincia de Logroño aún vivía afectada por el fusilamiento del general Martín Zurbano en el convento de Valbuena y por el exilio londinense de su vecino más ilustre, Baldomero Espartero. La capital, no obstante, se ufanaba por la reciente creación del Instituto Provincial y por la puesta en marcha del Círculo Logroñés.

En aquella época moderantista de mediados del siglo XIX visitó La Rioja el pintor, divulgador de las artes, escritor y coleccionista Valentín Carderera, según confirma el magistrado nacido en Foncea Ángel Casimiro de Govantes, en su ‘Diccionario geográfico-histórico de España, por la Real Academia de la Historia. Sección II, Comprende La Rioja ó toda la provincia de Logroño y algunos pueblos de la de Burgos’.

Correrías artísticas

Afirmaba de Carderera el crítico de arte Pedro de Madrazo que «atesoraba rápidamente en sus carteras todos los datos de forma, de color, de materia y de magnitud, y los demás accidentes y pormenores que demandaba la diminuta ciencia arqueológica de aquella época… Era tal la costumbre que desde sus correrías artísticas por Italia (Nápoles) había contraído de tomar apuntes a escape, que para dibujar a acuarela un monumento cualquiera, así se tratara de un sepulcro tan cuajado de relieves y calados como los de la Cartuja de Miraflores, o de un edificio tan exornado como la fachada de la Universidad de Salamanca, o de un conjunto tan complicado como el claustro plateresco de Santa María La Real de Nájera, no había menester más tiempo que el que empleaba el sol en su carrera de Oriente a Ocaso. Bastábale una leve silueta, una ligera mancha, una simple nota, para recordar luego con sus más esenciales pormenores el objeto reproducido».

En su recorrido por la provincia logroñesa, Carderera se enamoró de varios rincones, que luego plasmó en dibujos, tanto en blanco y negro como en color. De la capital, destaca la panorámica captada desde la margen izquierda del Ebro, en la que se ve el antiguo puente y la fortaleza que lo protegía, el convento de San Francisco (izquierda) –todo ello, lamentablemente desaparecido–, así como las torres de San Bartolomé, iglesia Imperial de Santa María de Palacio y Santa María de La Redonda (derecha). Son igualmente muy bellas una inédita vista de Santa María de Palacio, desde la plaza de San Bartolomé, y la fachada de esta iglesia, la más antigua de Logroño, con su portada gótica y la torre mudéjar.

 

A Carderera le impresionó también el monasterio y hospital de San Juan de Acre, en Navarrete, hoy desaparecido, y cuya portada adorna la entrada del cementerio de la localidad. El pintor aragonés dejó constancia en este periplo riojano tanto del exterior como del interior del hospital de peregrinos a Compostela.

Santa María la Real de Nájera

El monasterio de Santa María la Real de Nájera quedó inmortalizado en tres dibujos sublimes: el interior del claustro de los Caballeros –que ponderó Pedro de Madrazo–, una capilla funeraria con importantes sepulturas y el conjunto de la edificación, con la peña Malpica al fondo.

De la misma forma, retrató Valentín Carderera el exterior del monasterio Jerónimo de Santa María de La Estrella (San Asensio), ahora, dirigido por religiosos de La Salle.

Carderera había estudiado en Huesca, Zaragoza y Madrid. En 1822 fue becado para viajar a Roma, lo que le permitió recorrer Italia. Allí se interesó por el coleccionismo de arte y por el movimiento romántico, que luego impulsaría en España. Escribió en revistas como España Artística y Monumental, El Liceo Artístico y Literario, El Museo Universal o El Artista o la francesa Gazette des Beaux- Arts. Influenciado por la familia Madrazo, destacó como retratista, siendo famoso el de Baltasar Gracián, idealizado de pinturas anteriores. Su obra capital fue ‘Iconografía española’, aunque alcanzó la fama como pintor de cámara de  Isabel II.

Pintor, escritor, medievalista, intelectual…

«Coleccionista, arqueólogo, pintor y escritor español. Estudioso del mundo medieval y entusiasta revalorizador de la obra de Goya, fundamentalmente de la grabada». Así define a Valentín Carderera y Solano (Huesca, 1796 – Madrid, 1880) la experta del Museo del Prado María Pilar Carderera. Genuino exponente del siglo XIX, Carderera fue un hombre marcado por el espíritu del Renacimiento, pues todo el arte, la cultura y el conocimiento en general incitaban su curiosidad. Se interesó, siendo todavía muy joven, por las antigüedades, los libros y, en especial, por los grabados, las estampas, las pinturas y el coleccionismo en general.

Tal fue su actividad a lo largo de su carrera, que en los últimos años de su vida promovió, con fondos de su colección particular, la puesta en marcha del Museo de Huesca, su ciudad natal. Otra de las pasiones de Carderera fue el pintor y paisano Francisco de Goya, del que en 1835 escribió su primera biografía en la publicación ‘El Artista’.

Además de convertirse en el mejor conocedor y divulgador de la figura y la obra pictórica del artista de Fuendetodos, gastó mucho tiempo y dinero para reunir parte del legado. Incluso, adquirió a Mariano Goya (hijo) parte de la producción litográfica de su padre (1859). Como magnífico pintor que era, Valentín Carderera asimiló el estilo goyesco y reprodujo algunos cuadros con la técnica de Goya. En 1851 leyó ante la Real Academia de la Historia su ‘Informe sobre los retratos de Cristóbal Colón, su trage y escudo de armas’.

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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