La semana va pasando como un suspiro, riojanos míos…. Ya se acaban los toros (que poquicos días de feria ha habido este año.. no me ha dado tiempo ni a pisar la plaza de Toros esa que tenéis que se parece a una nave nodriza venida de Aragón o Bargota); ya se acaban los conciertos (¿?…) si se le puede llamar conciertos a lo que habéis traído… Ya se ha ido Makoki, ya se ha ido medio jornal en vinos y pintxos…

En fin… que ya estamos a Miércoles y se nota en vuestros cuerpos joteros que la fiesta nunca es demasiado para vosotros. Yo es que me agoto enseguida. Sólo aguanto en ‘non stop’ nueve días al año en el mes de julio y ya. Vestido de blanco y rojo. Día y noche. Aquí la cosa es diferente. Además tengo que currar, Puy anda por Estella, Francisco Javier no me habla desde Makoki y el resto de amigos riojanos (que los tengo aunque no lo parezca) andan con sus cosas…

Pero ayer descansaba en el trabajo y me fuí solo con mi pañuelo morado a reponer fuerzas a una de esas cosas que llamáis “Degustaciones” o “Exaltaciones” y que yo lo veo más como…

Vamos a comer haciendo fila.

La verdad es que es algo muy riojano eso de hacer cola para comer. No hay fiesta que se precie a este lado del Ebro que no tenga una exaltación o una degustación de esas cosicas que se come uno cuando esta de resaca y le sientan tan bien como por ejemplo…

Choricillos

Bollos preñados

Migas

Embuchados

Todo muy light… y regado con un buen vino de la casa de ese que te activa el poco cerebro que te queda tras una noche de la que no te acuerdas por qué narices lo diste todo con Makoki con lo navarro que tu eres… (eso es lo que le paso a un amigo mío… me contó el otro día que disfruto mucho… no fui yo, que conste… yo soy Navarro auténtico y no me dejo llevar…)

Y allí que me fui al Espolón, a Martínez Zaporta, a la Plaza del Mercado, a donde hubiera una fila en la que esperar mi turno para comer. Todo iba bien. Incluso paré para ver a mis compatriotas exhiliados a este lado del Ebro en nuestra embajada… Los amiguicos del Hogar Navarro en La Rioja (desde aquí un abrazo foral enorme…) Ellos daban txistorra de la buena, de la que sólo sabemos hacer nosotros… Regado con vino que no quise preguntar de dónde era, pero por lo rico y estupendo que estaba doy por hecho que era de mi Reyno (¿de dónde si no?). Luego me fuí a comer un poco de pulpo con los gallegos. Y bebí un vino. Luego unos embuchados. Y bebí vino. Una zapatilla. Y bebí vino. Un pincho moruno. Y bebí vino.

Si. Y bebí vino.

Acabar no acabé muy bien. Me dejé llevar… Me dejé llevar y se me hizo tarde. Y a ciertas horas de la noche me encontré con unos amigos de trabajo a los que desde aquí les mando un afectuoso abrazo de hermandad laboral. Es lo que tiene estar al pie de las fiestas. Que se te puede complicar. Y si encima estás en terreno hostil y tienes que ser amable con todo el mundo para demostrar lo mucho que te gustan sus fiestas… Pues terminas a las mil en sitios extraños con banderitas de La Rioja.

Y si descubrí el lunes uno de los pilares del riojanismo junto a Makoki… En ese lugar con banderitas me encontré con uno de los pilares del ‘sanmateísmo’. Porque no hay riojano casta que se precie que no se pase una vez a darse un garbeo por este bar. Es el chamizo más popular de la noche riojana, la meca de la fiesta Kitsch.

El bar con nombre de pueblo camero… Ese mísmo..

El Brieva.

Es un lugar extraño. Con dos alturas y tres espacios para disfrute del personal. La barra, las mesas de la parte de arriba (siempre vacías, siempre vacías) y la cueva sordida del fondo que tiene un encanto con su verja a lo mazmorra… Si a eso le añades las televisiones informandote a las cuatro de la mañana de lo que pasa con el canal 24 horas o con los goles del Logroñés cuando existía ese equipo… pues como que uno se hace fan del lugar… Debería ser de visita obligada en San Mateo para todo el que quiera disfrutar de vuestras fiestas.

Y luego está la música.

Los grandes éxitos de ayer, ayer, ayer, ayer… y la canción de Enrique Iglesias que nos ha sodomizado todo el verano…

Porque riojanos míos…. yo estoy acostumbrado a música políticamente correcta e indie…  Pero me pudistéis… Porque escuchar de pronto el ‘Qué apostamos!’ de Ramón García y la Obregón fue un golpe emocional demasiado bestia…

Todavía me tengo que reponer… Esta noche posiblemente no salga…

..

de momento.