Por sorprendente que pueda parecer, y hasta estrambótico, leíamos en las páginas del Diario La Rioja, cómo la concejala de hacienda del consistorio calagurritano, con total soltura, justificaba que los presupuestos generales de la ciudad se presentaban con cuatro meses de retraso…(no se lo pierdan)…porque “mi hijo se lo merecía, y yo también como madre”.

Y claro, ante estos argumentos de peso, uno se queda pasmado, anonadado, sin palabras. Resulta que los presupuestos de una ciudad con 25.000 personas no dependen de otra cosa que de la salida de cuentas de la concejala de hacienda…o de la rotura de aguas de la concejala de aguas.

Pues vamos apañados. Menudo favor más flaco que con declaraciones de este tipo se hace a la igualdad laboral de las mujeres.

Los presupuestos en el Ayuntamiento de Calahorra, al igual que en el resto de los ayuntamientos de España no los redactan los concejales/as de turno. Lo hacen los técnicos.

Los concejales como mucho aportan unas directrices en el sentido estricto de por donde va a orientarse el gasto. Se marcan aquellos proyectos que se quieren acometer.

Partiendo de estas directrices, son los técnicos/as de cada ayuntamiento los que los elaboran. Por tanto, una vez dadas las mencionadas…solo queda esperar a que se redacten y cuadren los presupuestos.

Pero además, un embarazo no es algo inesperado. No es un accidente imprevisto. Dura nueve meses (en seres humanos), a lo largo de los cuales los más racionales pueden incluso realizar tareas primarias, como prevenir y planificar. Sobretodo si se están cobrando 7.500.000 de pesetas al año. Vamos…me parece a mí.

Si los presupuestos no están hechos y aprobados para el día 1 de Enero, es única y exclusivamente culpa de la falta de previsión de los que gobiernan.

Y.. !por Dios¡, nunca caigamos en el craso error de echarle la culpa a un neonato, o al digno bombo de una embarazada. Y todavía menos se arroguen que porque la embarazada sea suya – o el neonato-…el retraso es merecido.