Cuando con solo unos días de edad Rayán fallecía por un error médico en el mismo hospital ( el Gregorio Marañón) en el que su madre Dalilah – de diecinueve años- había muerto tras asistir tres veces a urgencias…sentí una cierta desazón. Es difícil hacer coincidir dos veces la misma tragedia en la misma familia.
Pensé en ese joven que en solo dos semanas había pasado de ser esposo y padre a viudo y sin hijo. Pero no todos pensaron en lo mismo.
Algunos pensaron en ¡qué coño hacía esta gente en España!
A otros les alivió que el trágico suceso no lo padeciera una familia española. Incluso abundó quién se ofendió porque saliera tanto la noticia en los noticieros televisivos. Y claro…me pongo a pensar y, ciertamente puede llegar a cansar, cuatro o cinco días seguidos con la noticia de que por un fallo humano de un hospital español un pobre magrebí huérfano había fallecido….es un coñazo.
Tan coñazo -o mucho menos- como el caso “Marta del Castillo”. Aunque para algunos la cosa cambia por la concurrencia de aspectos muy diferenciales. Uno de ellos que Marta era española.
Otro aspecto muy cuestionado de esta triste historia es el de la posible denuncia y su correspondiente indemnización. El viudo todavía no ha decidido si denunciar o no. Pese a ello, muchos ya opinan. Tal vez no deberían de denunciar al hospital, total…fue un error, no algo intencionado ¡Encima que les atienden siendo extranjeros!. Y posiblemente quieran una indemnización ( se quejan unos). Con ese dinero tiene el viudo para vivir como un sultán allá en Marruecos (piensan otros).
Pero si en vez de ser el hijo de un magrebí, fuera el suyo (el de un español), o su sobrino, o su nieto. Otros gallo cantaría.
Nadie pondría en cuestión la oportunidad de interponer una denuncia contra el hospital. Sería unánime la opinión popular. La indemnización estaría plenamente justificada.
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Incluso escuche a cierta persona que al ver una fotografía de la difunta madre con el pañuelo tapándole la cabeza dijo: “no soporto a estas mujeres extranjeras, tan tapadas, con esos pañuelos y sayas ”…
Es cierto…parecen monjas católicas.