Cuando me paro a pensar en mis antiguos profesores, a la mayoría ni los recuerdo, y curiosamente los dos que más grabados tengo, son precisamente aquellos cuya conducta y comportamiento era en su día más rígido, más serio y menos agradable.
Son precisamente esos, los que parecían menos simpáticos y los poníamos verdes, de los que más me acuerdo.
Son ellos los que con mayor rigor e interés me enseñaron, aquellos que bajo su fachada dura y firme escondían una determinación de enseñar, de transmitir y sobretodo de educar.
Pero en esta sociedad actual, en la que los padres nos creemos con derecho a todo, y nuestros hijos también se lo creen, educarlos debe de ser tarea de titanes.
Creo que usted ha sabido educar con acierto a nuestro hijo, y con seguridad al resto. Para conseguir esto, en el camino han quedado tiranteces con unos y otros padres, pues es lógico y natural en los tiempos que corren.
Por lo que a nosotros nos toca solo cabe estarle profundamente agradecidos por la educación que ha impartido a nuestro hijo y por ayudarle a conseguir sus objetivos. Creemos que los ha alcanzado, y eso es un mérito de él, pero sin duda también de usted.
Le deseamos mucha suerte en el resto de su andadura profesional, y quedamos a su disposición para lo que de nosotros pueda necesitar.