Cristo desnudo de cuerpo inmaculado, cuyo sudor confunde la miseria y el poder que emana.
Son tus brazos estirados la soga a la que ya no me agarro.
Tu torso mellado, el motivo que sin darme cuenta por el camino he dejado.
Se escandalizan de ver tu sexo de hombre hecho de hueso y carne. Tapan sus vergüenzas con las tuyas.
Con firmeza extrema, la muerte te recoge entre sus brazos, te recibe en su regazo.
Muerte santa que a todos busca y a nadie salva.
No tengas prisa de amarrarme entre tus garras.