Cuando un grupo de humanos se reúne en la encomiable intención de revolucionar el mundo -a semejantes alturas de la película- me da por pensar en algo de lo que ya he escrito en otras ocasiones en este mismo blog; la condición humana que todo lo contamina.
En la Puerta del Sol, se concentra estos días lo mejor de nuestra especie. Personas que defienden principios, ideales…Buenos propósitos, juventud y cultura. La izquierda pura.
También una pizca de lo peor, por ejemplo el pensamiento absolutista de considerar que yo (o tú) , junto con mil, cien mil o un millón de personas – que me acompañan- estamos en lo cierto, mientras los otros 45 millones (que igual no comparten mi acampada) estarán profundamente equivocados.
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Como dijo el gran filósofo, José María Aznar: “Es este un lío, de mucha gente y muy variada”, de cuya variedad emanan lemas variopintos. Un amalgama que va desde nostálgicos del mayo francés hasta no iniciados que quieren formar parte de otro mayo. Parece que todas las revoluciones son en mayo…Natural, no van a ser en diciembre, con el frío que hace.
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Pero la verdadera revolución que transforme el mundo nunca llegará, porque esa sería una revolución de humanos contra la idiosincrasia humana. No es posible. Al final la cabra siempre tira para el monte.
Se leen cosas curiosas como “Votemos a los partidos pequeños”; esto convendría explicarlo, por conocer el motivo. Los partidos son pequeños cuando tienen pocos votos, si votamos muchos a los pequeños se convertirán en grandes ¿no?…Entonces los grandes se quedarán pequeños y los podremos volver a votar..¿es así?
También se escuchan proclamas que afirman que “El capitalismo morirá en Madrid”. Pero por desgracia el capitalismo no morirá, porque es intrínseco a la condición humana y por tanto indisoluble de nuestra especie.
La verdadera revolución que tiene pendiente el ser humano a estas alturas, consiste en adaptar nuestro desarrollo y nuestras aspiraciones a la cruda realidad. Una realidad que pasa por frenar en seco el desarrollo de las sociedades del primer mundo y poner la marcha atrás. Tenemos que “decrecer” y mucho. Esto es insostenible. La verdadera revolución pasa por reconocer que este planeta no puede dar más de sí y, que en Occidente tenemos que comenzar a renunciar a muchos de nuestros superfluos bienes. La revolución pasa necesariamente por vivir ajenos al consumismo y al derroche que nos invade y, sobre todo, por escapar del innato instinto humano de progresar, de mejorar, de acaparar, de prosperar…Demasiadas cosas esperan algunos en la Puerta del Sol.
Para un humano renunciar a los bienes es sencillo, mayormente cuando no se tienen.
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Y Juntas Electorales al margen, las acampadas no pueden ni deben disolverse bajo ningún concepto. Una persona, cien, mil o cien mil , pueden concentrarse donde les salga del forrillo de los mismos, máxime cuando no se causa disturbio alguno. No creo que nadie vaya a ver condicionada la jornada de reflexión, por una acampada reivindicativa en la Puerta del Sol.
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Un libro cuyo contenido ha sido censurado por algunos medios de comunicación en un intento de ocultarlo y que no se conozca. Pero El boca a boca en Calahorra ha sido más fuerte que la censura.
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