Encontrábase Pedro -o Pablo- (ciudadano de “a bien”), pegando un manguerazo de agua al seco y polvoriento pavimento de su calle, cuando de sopetón apareció un “municipal” con moto, casco, gafas de sol. Paró la máquina y se quedó a muestra mirando al pobre “manguerista”.
Pedro -o Pablo- (que así se llamaba), se vio venir la multa y antes de que el municipal pensara que estaba pegándole una ducha a su coche en mitad de la vía pública (cosa penada con cadena perpetua), se adelantó a darle todo tipo de explicaciones, que unidas conformaban una convincente motivación, que justificaba de largo el manguerazo.
El policía –escuchadas las razones-, montó nuevamente en su máquina, alejándose calle “pallá” como perdonándole la vida.
Unas cuadras más “pallá”, -en mitad de una plaza pública- un señor con toda su familia sentada en varios tresillos viejos, serraba leña con una motosierra. Al mismo tiempo uno de ellos cambiaba el aceite a su furgoneta.
El policía motorizado apretó el acelerador y pasó a toda ostia, como Dani Pedrosa en el “sacacorchos” de “Laguna Seca”.