El mejor lugar de la ciudad -para recibir la señal de televisión- era nuestro ático. Un quinto piso – sin ascensor- en la Avenida de Valvanera.
Pero para poder ver la tele, lo primero era tener una, y no todos en el edificio la tenían. Nosotros, desde luego no.
Cuando se acercaba el viernes me ponía de lo más contento y ansioso. Cenaba a toda pastilla para bajar con mi madre al segundo derecha, a casa del Sr. Ángel (el Ona) y su esposa, la Sra. Mercedes. Tenían la televisión en el salón. Un televisor marrón muy grande – eso me parecía- sobre una mesita en la esquina, según entrabas a la derecha.
La emisión era en Blanco y negro, aunque a decir verdad poco o nada importaba. Supongo que mayormente porque ni tan siquiera podíamos imaginar una televisión en color. Eso sería cosa del futuro y nosotros vivíamos el presente.
El motivo de la visita semanal no era otro que ver -a las 9 de la noche- el concurso “Un ,Dos, Tres”, presentado por kiko Ledgard -en parte positiva- y un tal “Don Cicuta” en la negativa. Para premio del concurso, había varias cosas, pero lo más temido…Una calabaza de nombre “Ruperta”.
El concurso estaba bien surtido de unas cuantas señoritas – azafatas las llamaban- con las gafas muy grandes y las faldas muy cortas.
Cuando empezaba el concurso la señora Mercedes – que era diabética- se colocaba una silla pegada al aparato de televisión, para sentarse muy cerca de la pantalla. La enfermedad le había atacado a la vista y se estaba quedando casi ciega.
El programa duraba un par de horitas y al final, ya sea con un apartamento en Torrevieja, un coche o una calabaza, todos nos marchábamos a la cama tan contentos.
Cincuenta cinco años de Televisión Española dan para muchos recuerdos,