La muerte de José Luis Solano “el Potaje” me sorprende fuera de Calahorra, por cuestiones de salud familiar.
He sentido profundamente su muerte y no poder asistir a su funeral.
El Potaje era una persona de las que ya difícilmente se encuentran. Reivindicativo, solidario y siempre dispuesto a luchar por la colectividad y por los derechos sociales.
Fundador del sindicato UAGR, también fue concejal de Calahorra en la primera legislatura de la democracia, a las órdenes de un alcalde del “campo” – Ernesto Sáenz Enciso- que es también una persona extraordinaria.
Me tocó tratar muchas veces con él en mi trabajo, pero hoy quiero recordar una experiencia vivida, que da la pauta exacta de la calidad humana de José Luis y de su compromiso social y cultural con Calahorra…De su extraordinaria beligerancia ante las injusticias.
Eran las siete de la mañana del 21 de septiembre de 1999, y un puñado de calagurritanos y calagurritanas, nos íbamos concentrando junto al arranque del Puente de Hierro de la Catedral de Calahorra, en la orilla del Cidacos. A las ocho estaba previsto que una máquina percutora comenzara a demoler el pavimento del puente siguiendo las órdenes de la consejería de Obras Públicas del Gobierno de La Rioja.
En un corrito pequeño charlábamos el propio Potaje, Ernesto Sáenz Enciso, José Antonio Barco, Luis Cristóbal, José Luis Cinca, Gloria Pérez Las Heras, Gerardo Gil y un servidor.
El Potaje afirmó que: ¡aquello no lo íbamos a permitir!, que esa máquina no iba a picar ni un metro de pavimento.
Pasaron los minutos, llegó la Guardia Civil (solo cuatro agentes)y, poco antes de las ocho apareció el conductor de la máquina, se subió y arrancó el motor para ir calentándolo.
Las personas que nos encontrábamos allí a esa hora de la mañana, (unas 40), nos acercamos hasta las vallas que nos separaban de la máquina, chillando al maquinista, increpando a los civiles y elevando el grito al cielo por el atropello a la cultura a la historia de nuestra ciudad y al sentido común, que se estaba a punto de cometer. De pronto, la máquina se movió, levantó el martillo hidráulico y se dispuso a clavarlo en el suelo del puente. En ese mismo momento, José Luis Solano saltó el cordón policial y se tumbó bajo el brazo hidráulico interponiendo su propio cuerpo entre el asfalto y la punta de acero. La Guardia Civil se abalanzó sobre El Potaje para sacarlo arrastras de allí, y fue su compañero de la UAGR, Joaquín Madorrán quién se echó a su lado y lo agarró con fuerza para que la Guardia Civil no pudiera separarle las manos del martillo percutor. Inmediatamente el resto de los presentes se abalanzaron sobre la Benemérita, apartando a los agentes de José Luís y de su compañero. Todos nos sentamos a su lado y la destrucción del puente fue paralizada por el momento. La Guardia Civil los identificó a ambos entre empujones y abucheos.
Llamaron a los antidisturbios de Logroño, y un grupo de ciudadanos/as subimos a hablar con el Alcalde Javier Pagola a su despacho, nos mintió (como siempre hace), que es su especialidad. Dijo que el puente no lo destruirían, soloamente se iba a restaurar. Y nos marchamos para casa.
El Potaje tuvo aquel día dos y bien puestos…Aquel día y toda su vida.
Descanse en paz, y mis condolencias a su familia.