En una reciente entrevista en este Diario, el presidente del gobierno regional, D. Pedro Sanz Alonso, pedía «voluntad de entendimiento para estos momentos difíciles que nos toca vivir». Una petición que a cualquiera que no lo conozca le parecería normal, pero que llega con ocho años de retraso.
Desde que el señor Rajoy ganó las elecciones generales, este país nuestro ha sido abducido por el espíritu de la navidad. Todos parecen haber recibido -en mitad de la nuca- un martillazo de responsabilidad; despertados de una pesadilla, en la que la derecha (al unísono) atacaba al Gobierno de España y le responsabilizaba de todo. Desde la crisis mundial hasta el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Zapatero y sus ministros eran responsables a la totalidad; el resto del mundo no estaba en crisis, el gobierno socialista recortaba derechos, las políticas de interior eran nefastas, Elena Salgado una inútil. España se sometía a los dictados de Alemania y de Francia, nos gobernaba Europa. suma y sigue sin parar hasta el infinito y más allá.
De pronto, cuando han sido capaces de conseguir el poder, resulta que los nuevos ministros alaban la labor de los anteriores, justifican sus medidas y reconocen el buen trabajo realizado.
Cuando ya teníamos grabado a sangre y fuego los 5 millones de parados, ahora nos dicen que son «cuatro y pico», según datos del Ministerio de Trabajo, porque la Encuesta de Población Activa no es un referente tan válido como los datos del INEM. Que no es lo mismo el que no trabaja porque no quiere, que el que está en disposición de hacerlo pero no encuentra trabajo, lo cual es totalmente cierto aunque antes les gustaba más redondear al alza. En tan solo un día hemos pasado de 5 a 4,4 millones de parados.
Ha sido necesario que el PP obtenga la mayoría absoluta para que muchos empiecen a reconocer que el problema de nuestra economía no es solamente nuestro, que es un problema global del sistema internacional, que hace aguas en lo económico y en lo social. El giro experimentado en el discurso de la derecha es copernicano.
En la era Rajoy, las órdenes de Merkel y Sarkozy ya no son presiones ni injerencias. Cuando a Mariano le telefonea Obama ya no es para marcarle el camino sino para pedir consejo.
En los medios de comunicación todo es un remanso de calma, justificación didáctica y adoctrinamiento, preparando para lo que viene. Los sacrificios que se anuncian -y llegaran- no son ya caprichos de gobernantes descabezados… son necesidades del país. Los mismos políticos que han trabajado única y exclusivamente, desde la oposición, para destruir el Gobierno de España y su prestigio como Estado, ahora piden una oposición colaboradora y responsable; llaman a la concordia, al sacrificio solidario. A aunar esfuerzos y objetivos.
Pero también la sociedad en su conjunto padece un ataque de responsabilidad sobrevenida. Ha quedado tatuado en el acervo cultural que la izquierda da derechos y la derecha los elimina. Una resignación que impregna incluso a los sindicatos y las clases trabajadoras.
Tras criticar y montar en cólera ante los cicateros recortes del gobierno socialista, ahora se enfrentan a los verdaderos hachazos con una actitud mezcla de resignación y sumisión.
Menuda se montó cuando Zapatero se vio forzado a subir el impuesto del IVA dos puntos. ¿Lo recuerdan? Estos días ya se habla de que el nuevo gobierno estaría estudiando la posibilidad de pasarlo del 18 al 21% y todos parece ser que lo asumiremos sin aspavientos. Los ajustes de estos años pasados han sido una pecata minuta, una broma infantil en comparación con las traumáticas medidas y recortes que pretende perpetrar Mariano Rajoy.
No es indispensable recortar en prestaciones sociales, ni en educación pública ni en sanidad. Esa es la gran mentira que la derecha capitalista ha logrado inocular en la sociedad. El gobierno saliente ha dejado bien claro -y demostrado- que se pueden atravesar 4 años de crisis feroz sin debilitar las prestaciones sociales. Ellos lo han hecho y nos han trasladado enteros hasta este punto, mientras otros muchos países de la UE han caído.
La solución al jeroglífico de la crisis no pasa por intentar recuperar los derroches del pasado, sino por aceptar lo antes posible que nuestro sistema de consumo es insostenible y ha fracasado. Es el momento de explorar nuevas vías de mantenimiento sostenible del bienestar y de renunciar a un progreso sin límites, que unido al consumismo sin sentido, acabarán por conseguir que nuestros hijos e hijas vivan mil veces peor que nosotros. Y todo esto no ha cambiado de la noche a la mañana.
(Artículo de DIARIO LA RIOJA ” Tribuna de La Rioja” 29-12-2011)