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Hace ya más de dos años, el Ayuntamiento saltaba a las noticias nacionales, por multar a un inmigrante parado y padre de familia con 92 euros (creo recordar que esa era la cantidad), que osó colocar un cartelito de papel pegado con cinta adhesiva transparente en una farola. Un papelito en el que ponía su número de teléfono y se ofrecía para algún trabajo, pues llevaba varios meses en paro. El ciudadano de nacionalidad ecuatoriana suplicó que no se le impusieran los 92 euros de multa, que estaba en paro y con hijos, y que lo hizo sin mala intención…Por encontrar un trabajo. El Ayuntamiento fue implacable; le hizo pagar los 92 euros al pobre parado.
Hace unos días el objetivo de la multa por cantidad similar ha sido la Unión General de Trabajadores de La Rioja (UGT) -según me cuentan- porque apareció una pegatina de dicha organización sobre el mobiliario urbano.
Ambas conductas son sancionables según la ordenanza municipal. Así que a pagar y a callar. Hasta este punto todo es normal, pero donde verdaderamente reluce lo “peculiar” es en la distinción que desde el Ayuntamiento de Calahorra se hace entre unos y otros. Entre los amigos y los no amigos, entre los que financian al partido y los que no lo hacen, entre los afines y los contrarios.
la tabla de baremar del Ayuntamiento es de la siguiente manera:

Si la UGT pone una pegatina: 100 EUROS.

Si la Falange Española de las JONS llena la ciudad de pegatinas como la de este artículo: decimos que no los encontramos (aunque venga su web anunciada  y…CERO EUROS.

Que un pobre inmigrante pide trabajo con un cartelito…100 EUROS.

Que aparecen pegatinas del PP en las farolas del Mercadal…CERO EUROS.

Si un calagurritano o calagurritana normal aparca el coche mal estacionado 100 EUROS y grúa que se lo lleva.

Si el alcalde de Calahorra tiene todo el santo día el coche mal aparcado en una zona prohibida junto a la Glorieta de Quintiliano  (por donde pasa un policía municipal cada 5 minutos):  CERO EUROS.