La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y, el Secretario de Estado de Comercio de Rajoy , Jaime García, se han mostrado favorables a que el mantenimiento de las autovías lo paguen quienes las utilizan con sus vehículos.
Esta reflexión nada espontánea, emerge en mitad de la demostrada estrategia de “mentira + iva”, del gobierno de Mariano Rajoy. Tampoco esto venía en su programa electoral de noviembre, pero ya se está lanzando el aviso de que mantener las autovías será otro nuevo gasto extra a cargar sobre las costillas de los ciudadanos. Otra cosa más que no figuraba en su programa electoral y que se nos abalanza directamente sobre la cartera.
Las carreteras y autovías – como resulta evidente-, han sido construidas con nuestros impuestos y se mantienen con los mismos. Por lo tanto nos hablan de un nuevo “doble-pago”, como en sanidad. Aunque este asunto no es solamente una cuestión de eufemismos…De llamar a las cosas de otra manera para que no parezcan lo que realmente son. En esta ocasión se va a la médula del concepto clasista que la derecha española tiene, desde el punto de vista de la organización social.
Las autovías son hasta este momento unas vías rápidas de comunicación que puede utilizar toda la sociedad con independencia de su poder adquisitivo. Este particular no es bien recibido por quienes consideran que “la chusma” tendría que circular por carreteras de doble sentido, al tiempo que las vías rápidas (autopistas y autovías) han de reservarse para quienes tienen una mayor urgencia en desplazarse -a bordo de potentes vehículos- y el suficiente poder adquisitivo para poder permitirse el pago de peajes. Se pretende equiparar el sistema de autovías gratuitas con las autopistas de pago, con lo que se consiguen cinco objetivos fundamentales y complementarios. En primer lugar se reduce el tránsito por estas vías, al mismo tiempo que el menor desgaste de las mismas reducirá -evidentemente y en segundo lugar- los costos de mantenimiento. En tercero, se recaudan fondos extras para colaborar con parte de los gastos de dicho mantenimiento. Como cuarto objetivo, se elimina buena parte del tráfico de vehículos pesados (que automáticamente se derivan a las carreteras de doble sentido) ; por quinto – y último- se consigue que quienes tienen un buen coche -y repleta la cartera- circulen sin problemas y más seguramente que antes.
Esta ocurrencia de cobrar por circular en una autovía (gratuita hasta la fecha), esconde un nuevo impuesto, uno más a sumar a la lista de Rajoy. Un impuesto insolidario que gravará a quienes tienen vehículo, pero no a quienes sin tenerlo se benefician del uso de la misma, ya que las carreteras en este país son fundamentales, útiles e imprescindibles para todos. Tanto para el transportista, como para la señora que acude al mercado a comprar la fruta que el anterior ha transportado, o el caballero que pese a no tener carnet (ni coche) es trasladado en ambulancia a una clínica cercana. De las carreteras nos beneficiamos todos y todas.
Un problema -no ajeno a esta medida- será la forma y manera de acometer el nuevo pago en la realidad física de las autovías. Es impensable que estas carreteras de doble sentido y profusa permeabilidad, vean construidas nuevas cabinas de peaje a lo largo de sus múltiples salidas e incorporaciones, ideadas para permitir las entradas a cada pocos kilómetros. Una inversión en este sentido sería muy elevada y poco apropiada. Es por ello lógico suponer, que el pago por utilizar las autovías se podría hacer a modo de impuesto anual por vehículo, que se justificaría ante los agentes de tráfico con la colocación en la luna del mismo de una pegatina oficial y anual que certificará el pago de dicho impuesto. Si el vehículo la porta no sucede nada, pero si circulando por estas vías los agentes de tráfico verifican que se carece de la pegatina acreditativa….Multa y para el banco.
Un nuevo impuesto -en definitiva- injusto, porque hace recaer el peso de la conservación de las autovías solamente sobre una parte de los beneficiados, al tiempo que peligroso, ya que obligará a muchas personas a asumir mayores riesgos por no tener dinero para pagar la tranquilidad y la seguridad de circular por una autovía.