Creo que fue Humberto Eco el que apuntó la máxima de que el día en que todos los chinos (ciudadanos de la Republica Comunista) deseen limpiarse el trasero con papel higiénico – y tengan dinero para costearse el lujo de hacerlo- tendremos un problema cojonudo, porque no habrá árboles suficientes en el planeta para producir celulosa.
Sea cierto o no lo sea -este vaticinio-, lo que muchos no quieren asimilar es que vivimos en un planeta con recursos limitados y, en muchos casos agotados.

Ayer – en una reunión- cierta persona reclamaba el prestigio de nuestra Unión Europea como modelo de desarrollo que el resto del mundo quiere imitar. Yo lo veo diametralmente al revés. Es precisamente el ejemplo de Europa del que hay que huir rápidamente. La crisis actual es directa consecuencia de ello.
Nuestro modelo ha demostrado una evidente insostenibilidad y ser al mismo tiempo tremendamente insolidario y desigual. Con estos “méritos” demostrados, nadie en su sano juicio querría imitarnos.
Sin embargo se siguen escuchando alegatos políticos que arengan a la ciudadanía a recuperar el crecimiento perdido , (volver a la senda) cuando lo que se debería alentar es a todo lo contrario.
También ayer, una madre preocupada mostraba su turbación ante la incertidumbre de si en esta coyuntura podrán sus dos hijas asistir a la universidad. Yo también me turbo al pensar si lo podrán hacer las tres mías – si podré costearlo- …pero hay una preguntas más turbadoras…¿Es realmente imprescindible que todos nuestros hijos acudan a la universidad?…¿Les va a servir de algo mañana su título de arquitecto o periodista?….¿Necesito realmente tener la casa más grande, los hijos más universitarios y la tele de plasma más grande del barrio?…¿Eso me va a hacer más feliz a mí y a mis hijas?

No creo que necesitemos crecer más. Lo verdaderamente necesario es decrecer de forma ordenada acomodando nuestro modo de consumo y aspiraciones materiales a la realidad del planeta en el que vivimos.
El éxito no estará en regresar a los niveles del 2007 sino en conseguir mantener un estatus de moderado bienestar básico, que garantice la cohesión social y la no exclusión de parte de la sociedad. Ese es el reto. Con independencia de si tenemos que terminar por limpiarnos el culo con una hoja de parra.