El ataque a los trabajadores de la Función Pública perpetrado ayer por Mariano Rajoy, y asombrosamente jaleado -y muy aplaudido- por los diputados del Partido Popular en el Congreso, supone a “groso modo” el despido de compañeros y compañeras interinos, así como la eliminación de los días de Función Pública, más un aumento de la jornada laboral en 2.5 horas semanales y finalmente la eliminación de una paga de las catorce estipuladas,
Prolongar la jornada laboral implica que se trabajarán unas 130 horas más , lo que sumado a la supresión de los días “Moscosos”, añadiría un plus de entre 45 y 60 horas más de jornada anual. En total -por obra y gracia de Rajoy-, los empleados públicos trabajarán entre 175 y 190 horas más cada año, cobrando un 7 % menos de su sueldo actual, lo que en esencia y sumatoria, implica que el perjuicio para los trabajadores públicos es de aproximadamente un 17%.
La pena es que aunque amenacemos con convocar una huelga, todo el mundo sabe, que los funcionarios (en porcentaje muy aplastantemente mayoritario) no secundan las huelgas.
Sin ir más lejos, la última huelga general de hace unos meses, contra la reforma laboral, registró un seguimiento verdaderamente bochornoso entre funcionarios y trabajadores de la Función Pública. Tan bochornoso fue, que yo, como funcionario que soy desde hace 22 años (y jamás he dejado de secundar ninguna huelga, afectara o no a mi sector) sentí mucha vergüenza.
Ahora que nos joden a nosotros, es el momento en el que se escucharán en las oficinas las frases de siempre…Ya sabéis: “total para qué vamos a protestar ”…”Si van a hacer lo mismo haga huelga o no”….”Para que me descuenten de la nómina”….etc., etc.
Así que a tragar ¡compañeros!…Y a esperar el próximo recorte.