Con la necesaria distancia que me da ser aficionado del Glorioso Athletic Club, puedo afirmar que el espectáculo acontecido en la tarde-noche  de hoy sobre el terreno de juego (y su repercusión en la opinión pública) del FC.Barcelona ha sido inaudito. Desconocido por estos lares.

Al parecer lo importante se ha visto superado por lo imprescindible, que no es otra cosa que la política. Cien mil espectadores que “estaban a la política” por encima del espectáculo deportivo, aunque no solo ellos. Los medios de comunicación – tanto deportivos como generalistas- estaban igualmente pendientes de si la tradicional bandera catalana ocupaba los dos fondos -como siempre- o todo el óvalo como se amenazaba. Finalmente la banderita ocupó todo borrando al Club de fútbol , lo que en matemáticas puras supone un 100% más de papeletas rojas y amarillas  para llenar un 50% de las gardas, que antes eran azulgranas.  Como decía el grupo “kaleborroKa” de los 80 (La Polla Record)… Las bandera son trapos de colores.   Rossel no hace otra cosa que seguir el camino de Joan Laporta.  Por otra parte,  en el  conflicto de las “divas” – el de la rivalidad entre multimillonarios-   Messi y Ronaldo han hecho tablas, aunque no exactamente, el portugués jugaba en el Camp Nou. Ha disfrutado como un gorrín. No cabe duda. Y quitando al indecente de Pepe, el partido ha tenido elegancia y respeto al rival.  A ver si trasciende en lo político este talante.

Si para Joseph Piqué jugar contra el Real Madrid es como un partido entre Cataluña y España supongo que se habrá sentido bastante desubicado. En ocasiones pasea copas por el Paseo de la Castellana y, otras evidencia su renuncia a España. Si no fuera por sus muchos millones – y  por Shakira- hasta me daría pena el chaval.

Existen en este asunto posturas enfrentadas, sustentadas en falsos cimientos que confrontan a las dos mitades de Cataluña. Algo incentivado desde la derecha centralista y conscientemente alentado con posturas tan inconscientes como los recursos contra el Estatuto Catalán patrocinado por Mariano Rajoy, o la orquestada campaña de odio hacia Cataluña.
Pero Cataluña será lo que quiera ser. Los ciudadanos decidirán su futuro, gane el Barsa o el Real Madrid. Sin más argumentos que la voluntad popular.
El empate deja el conflicto en su justo lugar, en un empate entre los que creen que el futuro de Cataluña lo deciden los catalanes y quienes creen que el futuro de España lo deciden los españoles, tal y como dice la Constitución. Y mientras,  lo verdaderamente importante comienza en este preciso momento, cuando ya el partido ha terminado. La vida sigue y pinta jodida.

Una perla para la reflexión: me consta que muchos culés han dado por bueno este resultado, por ser tan grande la señera.