Dice el refranero español que el político promete y promete, hasta que la mete. Y que después de haberla metido, nada de lo prometido. Un refrán que viene de perlas para dar entrada a una situación acontecida en una pequeña ciudad, en la que su alcalde –que al mismo tiempo es senador nacional del Partido Popular-, tiene por costumbre prometer y prometer, hasta que recoge el preciado néctar de los votos engañados y…Si te he visto no me acuerdo.
A principios de 2007, se iniciaba un “romance” entre Javier Pagola y la Asociación de Promoción Gitana de Calahorra. Como pasa en muchas relaciones de pareja, una parte estaba –enamorada- ilusionada ( la asociación gitana), pero la otra tan solo buscaba sexo. Y el “sexo” para un político -que solo pretenda aferrarse al poder-, es conseguir a cualquier precio el voto de los ciudadanos, ya sean payos, gitanos o congoleños.
Con buenas palabras, forzadas complicidades y unas limosnillas del presupuesto público para subvenciones culturales, el senador se metió a la Asociación de Promoción Gitana en el bolsillo y, comos los gitanos son nobles y muy celosos de cumplir siempre su palabra, pensaron que el Sr. Pagola también lo sería. Que cumpliría sus promesas, que contaría con ellos a la hora de trabajar por solucionar los problemas derivados de la pobreza, la exclusión social, la marginación. Esperaban que el Ayuntamiento que preside fuera sensible a sus diferencias culturales, que enriquecen sin duda las nuestras cuando se integran…Que se contara con ellos a la hora de discernir los designios de la concejalía de asuntos sociales. Cosas lógicas…De cajón.
Y en estas estuvieron muchos años. Esperando y votando. Al menos desde el 2007 y hasta el mes pasado, en el que en una sorprendente y contundente rueda de prensa, pusieron “pie en pared” para mandar a paseo al senador. Pero hasta llegar este momento, habían sucedido dos convocatorias electorales municipales y otras dos nacionales, en las que el colectivo gitano de Calahorra ha tenido la oportunidad de votar y la ha ejercido según consta en los listados de participación que se manejan en la jornada electoral. Un dato no menor, ya que abundan quienes opinan que el pueblo gitano es disciplinado, unido y consecuente, y su romance con Pagola bien se pudo cristalizar en medio millar de apoyos electorales a su candidatura y a la de otros “grandes amigos de los gitanos” como Rajoy o Pedro Sanz.
Despues de las elecciones (ellos mismos lo declaran su rueda de prensa), ya el romance se rompió. No les descolgaba el teléfono…Siempre estaba ocupado o en una reunión. Se rompió el amor. No les consultaban ni invitaban a foros de discusión sobre la pobreza y la exclusión. El concejal de Servicios Sociales les hacía “la cobra” y, cuando pedían la cesión del parque principal de la ciudad para desarrollar una actividad cultural (que se deja a los cazadores, las peñas, jóvenes cristianos y a todo quisqui) , se lo denegaban y los mandaban a un descampado más alejado, donde no estuvieran “tan a la vista”.
Y se les hincharon las pelotas…Normal. A mi también se me hubieran hinchado.
Sea como fuere, lo que más me sorprende es que a estas alturas de la película, alguien pueda creerse que a la derecha rancia española (de la que el Senador Pagola es fiel representante) le importan las minorías étnicas, los inmigrantes o las clases desfavorecidas. Esas cosas nunca han preocupado a la derecha….Solo en campaña preelectoral. Fuera de recoger votos, el clasismo es lo que impera.
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Esta instantánea es de dos meses antes de las elecciones municipales de 2007. Hay otra similar de cuatro años después, es decir, un par de meses antes de las municipales de 2011….¿Para el 2015 tendremos otra foto para el albúm?