19 de septiembre de 2.012. Eran las doce de la mañana. En mitad de la clase de gimnasia sentí un golpetazo seco en la cara. Uno de mis compañeros había colisionado directamente contra mi nariz, haciéndome un daño terrible. Comencé a sangrar . .
En el colegio, la profesora de educación física me aplicó una especie de “roll on” para moratones, en el alerón izquierdo de mi nariz…
Al llegar a casa, me pusieron hielo; la hemorragia había cesado y tenía la cara hinchada, pero parecía que solamente era un golpetazo. A la mañana siguiente, -como me dolió durante la noche- , mi madre me llevó al servicio de pediatría del Centro de Salud de Calahorra. Con una radiografía se me diagnosticó “fractura nasal”. A día de hoy sigo esperando a que me operen.
En estos casi seis meses he recorrido varios despachos médicos. Se me derivó a Logroño en vez de mandarme a la Fundación Hospital de Calahorra. Primero al cirujano plástico en el Hospital San Pedro de Logroño. Otro día un TAC en el mismo lugar. A los días nueva consulta en el cirujano plástico del San Pedro. La siguiente visita fue nuevamente al Hospital San Pedro derivado por el cirujano plástico, en esta ocasión a visitar a un otorrinolaringólogo. Este último especialista me preguntó: ¿pero y que hacen ustedes aquí en el San Pedro y no van al otorrino de la Fundación Hospital de Calahorra?…
Al final, después de subir varias veces a Logroño y de ver como se pasaban las semanas, el Otorrino de la Fundación Hospital de Calahorra, me dice que hay que operar y, que como ya se ha perdido mucho tiempo, me van a poner en lista de espera como “preferente”, para evitar que la fractura acabe de soldarse mal por completo.
A mediados de noviembre ya tenía todas las pruebas, análisis y revisión del anestesista realizadas, tan sólo a la espera de que me dieran fecha para operar.
Pasó noviembre y llegó diciembre…Y no me llamaban. Vinieron las navidades, año nuevo y los reyes. Terminó enero y se acabó febrero…Pasaron las fiestas de marzo y aquí sigo casi medio año después con la nariz rota.
Dice mi padre, que esto nunca hubiera pasado en la FHC –antes de los recortes- y, que siempre me han atendido allí fantásticamente; con profesionalidad, amabilidad y eficacia – que al fin y al cabo es lo que verdaderamente importa-. Incluso que gracias a la profesionalidad de quienes trabajan allí, puede ser que esté en este mundo.
Los problemas han comenzado cuando a alguien se le ha ocurrido que con la sanidad también se puede hacer negocio y, se han puesto manos a la obra. Ahora les resulta más rentable derivar a los pacientes a Logroño – marearnos vivos- y mientras, reducir personal, médicos y enfermeros.
A menos personal, menos sueldos a pagar, peor servicio a ofrecer a los ciudadanos y el dinero público para las manos privadas.
Finalmente me operarán el 19 de marzo, día del padre…será como un cumpleaños…Seis meses con la nariz rota. Estará ya más soldada que la cadera de Juan Carlos I.
Y luego los muy hipócritas (los gobernantes) dirán que no hay listas de espera interminables y…Que todo funciona de narices.