Existe en estos momentos una corriente de opinión – en la calle- que exige cambios sustanciales en las normas que rigen los procesos democráticos de elección de representantes en las instituciones. No es nada nuevo – ni mucho menos- pero parece que se escucha con más claridad.
Esas reformas afectarían a varias cuestiones, como la proporcionalidad , los límites de entrada en las instituciones, la confección de listas, etc.
Una a una, o en su conjunto, creo que estoy de acuerdo en casi todas, por no decir en todas. Aunque me gustaría añadir una más. Esa sería la asunción por parte de los que representan a las formaciones políticas, de que el escaño que ocupan no es suyo, sino de dichas formaciones. Porque mientras el sistema siga como hasta ahora, son los partidos políticos quienes designan sus representantes y los presentan ante los ciudadanos para que apoyen o no esas listas.
Tal vez para próximas elecciones, sea diferente, a mí sinceramente me da lo mismo. Pero de momento eso es así.
Por ello, cuando un político no está de acuerdo con el partido o formación política a la que representa, ha de dimitir de su puesto y, ponerlo a disposición del mismo, ; aunque la ley permita lo contrario, el escaño no es propiedad del edil o parlamentario, ya que los electores han votado a la formación, no individualmente a los que la componen. Y si quiere seguir en política, podrá presentarse en las próximas elecciones como independiente, formando un nuevo partido o agrupación de electores.
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Cuando una persona decide entrar a formar parte de un partido – o formación- política, ha de hacerlo con todas las consecuencias y, respetar las normas -y los órganos- democráticamente elegidos por sus propios compañeros y compañeras. Exactamente igual que en cualquier otra institución, asociación o sociedad a la que uno llegue o de la que quiera participar.
A nadie le ponen una pistola en la entrepierna para que se incluya en una lista electoral ni se afilie. Si no te gustan los partidos ni respetar sus órganos y sus normas…No te metas.
Una vez dentro de las instituciones -ya sea gobernando o en la oposición- estás representando en primer lugar a los electores, pero también a la formación que te ha elegido para ello.
Situaciones como la vivida en el Ayuntamiento de Ponferrada, en la que el portavoz del PSOE, desatiende las órdenes del Secretario General del partido para que no acepte la alcaldía de manos de un acosador sexual, anteponiendo sus intereses personales -y sus ambiciones- al interés común del partido, resultan poco edificantes.
Los escaños (por lo menos hasta que el sistema no se cambie) no deberían ser de los culos que los calientan, sino de los ciudadanos, que los prestaron a la formación que representan.