El uso y abuso que algunas asociaciones, fundaciones, colectivos, etc. hacen de los favores políticos no deja de sorprenderme. Más me sorprende todavía que algunos políticos traguen con estas cuestiones tan discriminatorias. Para unos nada y para otros… todo.
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Al amparo del tejido social de cada ciudad perviven – o medran- diferentes colectivos que según sea su inclinación política (o su implicación personal con determinados miembros del equipo de gobierno o funcionarios), obtienen mayúsculos beneficios…o un portazo en las narices. Según toca.
En ocasiones el portazo es tan evidente, que determinados colectivos jamás acceden a ningún tipo de subvención, ni se les ceden locales para domicilio social, no se contesta a sus preguntas, sus propuestas no valen, ni se les da de beber agua… si padecen sed.
Por el contrario otros -tocados por el dedo de Zeus- , sin comerlo ni beberlo (ni tampoco merecerlo) son premiados, becados, dotados y elevados por los políticos a los altares de la más pura y dura prebenda, entendiendo tal como ministerio lucrativo y poco trabajoso.
Se les deja un edificio público completo a su entera disposición…se les aporta anualmente una nada despreciable cantidad económica en concepto de subvención…se les adjudica la gestión de un albergue, la explotación de un bar…se les cede varias veces al mes – de forma gratuita- el uso de todo un señor teatro….¿Y qué aportan a cambio?.
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Algunos colectivos han nacido con una flor en el culo…otros con un cardo.