En el Partido Popular andan últimamente molestos y, a ellos les gusta precisamente lo contrario. Les encanta caminar ufanos entre las masas enfervorizadas de amigos agradecidos. Pero el gamellón está vacío y ya no hay pan para tanto hambriento. El carnet del PP hace mucho que ya no garantiza empleo ni sustento.
Se viven otros tiempos en los que la gente cuestiona comportamientos y también posturas ante los verdaderos problemas sociales.
Por eso a quienes – desde la calle- osan poner estas conductas en evidencia se les criminaliza y, no dudan en llamar “terroristas” a quienes lo único que reclaman es que se cumpla la Constitución Española…¡ No será tanto pedir!.
Repugnan especialmente los fariseos como Esteban González Pons, que con sus contrastadas facultades ambidiestras; lo mismo tiene rostro para firmar contratos con el Instituto NOOS, que se come una paella con Rita Barberá o le plancha los trajes a Camps…Que cada fin de semana -que le toca de guardia- nos castiga el intelecto con sus enlatados pareados, haciéndose la victima y el “Salvapatrias”. Un Pons que con fluidez desaloja todo lo que su cuerpo supura a través de la cloaca que tiene por boca.
Le duele especialmente a este señor (y a otros de su calaña) las movilizaciones sociales de quienes no están de acuerdo con que los bancos rescatados -con su dinero- luego les echen a la puta calle por dejar de pagar una letra y, con la desagradable propina de tener –encima- que seguir pagando a los que les han desahuciado, una vivienda que estos intentarán vender nuevamente a otra familia atrapada en el sistema.
No quieren que los ciudadanos les reprochen su falta de empatía, su ausencia de solidaridad y su lejanía con los problemas de una gente, a la que se supone están representando.
Como escudo contra los que reclaman la “dación en pago”, el Partido Popular utiliza el insulto, el descrédito y la calumnia. También una Constitución que consideran dolomítica cuando legitima y brinda fuero a quienes ejercemos libremente la política, pero que usan a modo de papel higiénico cuando llega el artículo 47:
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.”