Se cumple ya la décimo segunda edición del rastro de “segundamano y ocasión” del casco antiguo de Calahorra; un año y medio desde su inauguración y, posiblemente llega el momento de reflexionar sobre lo mucho que ha conseguido la Asociación de Vecinos -con su puesta en marcha. También de analizar sosegadamente su futuro inmediato.
El rastro está demostrando ser algo vivo, que crece y quiere crecer más.
Que no solamente es un lugar en el que buscar un artículo , sino un espacio en el que encontrase con amigos y disfrutar de una mañana dominical una vez al mes.
Con independencia de la tan manida crisis -o gracias a ella-, el rastro se ve influenciado por una coyuntura, que por una parte reduce el poder adquisitivo de los compradores pero por otro aumenta la cantidad de los que son “vendedores” o quieren pasar a serlo. Es una situación en cierto modo paradójica que necesita una respuesta.
Es evidente que en un primer momento hay que dirigir – con mano firme- el mercado por el camino deseado y, para ello se precisa una tutela efectiva. Un mercado de “segundamano”, no puede derivar en otro mercado de comestibles, ropas y calzado… Ha de marcar unos límites claros en lo referente a la cualidad de los objetos a poner en venta; antigüedades, libro usado, manualidades, coleccionismo, artesanía, elaboraciones naturales…etc. La organización ha conseguido este objetivo. En un principio ha de ser así, si bien ejemplos abundan de “rastros” similares donde determinadas calles- colindantes pero separadas- se prestan a otro tipo de artículos, como textiles etc. Al final, en este tipo de mercados, la anarquía “controlada” acaba por imprimir un regustillo inconfundible y muy deseable.
Tal vez sea momento para la expansión, (sin prisas) para afrontar el futuro con amplitud de miras, espacios y actores. El rastro de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Calahorra se ha convertido en un evento surgido de la nada – fruto de un esfuerzo– que pide más.
El experimento está cuajando y ha de tener como referencia el crecimiento hasta conseguir una completa consolidación, que no se encuentre limitada por fechas, espacios o cupos.
Campo abonado para la imaginación.