(Artículo publicado en 2002 en el libro “Insolencias e Irreverencias)
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En cuestiones de realeza en esta localidad somos muy monárquicos, y sin mayores esfuerzos reconocemos la autoridad como reina del Estado de Doña. Sofía (La de Grecia), y tampoco nadie le discute su salero a la “Maru”, merecida reina carnavalera. No ocurre lo mismo con la tercera, la reina de las fiestas, que más bien tendría que llamarse “Reina del Tongo”.
No hay año en que la bella calagurritana elegida reina festera pueda escapar a las acusaciones de “Tongo”. Las razones para amargar el reinado son muchas y variadas. Si pertenece a determinada peña, ya de por sí es “tongo”. Sí es de otra religión, es “Tongo”. Si su padre, tío, o primo tercero es concejal, es “Tongo”. Si es de derechas es “Tongo”, y si es de izquierdas más. Si la niña sale con el hijo de un peón de albañil de la brigada de obras del Ayuntamiento, es “Tongo”. Si la joven es de Calahorra, pero se empadronó hace bien poco, es “Tongo”. Si pese a vivir aquí, nació allí, y, además, el parto fue por cesárea, es “Tongo”. Si la que se presentaba es tu hija, (más fea que el culo de un choto) y no la han elegido, dirás que es “Tongo”. Si la afortunada corteja al hijo del alcalde, es “Tongazo”. Si la agraciada nada en la abundancia económica, es “Tongo”, y si es una indigente mas “tongo” todavía.
Partiré de la base de que el certamen de elección de la reina de las fiestas no deja de ser un acto festero mas, con la misma importancia para mí que el jamón de la cucaña, pese a lo cual, año tras año se monta un Cristo con la elección, y en alguna ocasión incluso llegando a las manos dentro del Ayuntamiento. Las propias concursantes declaraban ante los micrófonos de la SER, que veían injusto el sistema de elección. No sé que más necesitará quien lo organice para cambiar dicho sistema.
Hay quien propone que se haga a sorteo entre las participantes, lo cual equivale a que si me presento yo con una peluca hubiera tenido las mismas posibilidades de ser elegido que la reina de las fiestas. No digamos tonterías. Un puñado de jovencitas no puede representar a la mujer Calagurritana, así que no nos esforcemos en someter a veinteañeras a preguntas tan profundas. Al prototipo de mujer Calagurritana, hecha y derecha lo tendrían que buscar a partir de los treinta.
El concurso de reina siempre ha sido un certamen de belleza, lo que ni me parece bien ni mal, también podría haber otro de inteligencia, incluso uno de levantamiento de peso. Por tanto, se tendría que valorar la figura, la estética, la belleza, la simetría, la prestancia, la elegancia, la simpatía, la clase, y dejarse de chorradas.
Algo que al parecer no gusta a nadie son los componentes del jurado, no ellos, (que también) si no más bien el hecho de que sean tan pocos. Desde aquí propongo que para el año próximo se remitan las fotografías de las aspirantes (un primer plano, y un posado de cuerpo entero) a cada una de las ciento y pico asociaciones de la ciudad, y que la que quiera participar emita un solo voto sellado a favor de una de las jóvenes. La suma de los votos dará la ganadora.
Yo por desgracia y por no desentonar, nunca coincido con el fallo del jurado, pero Sara Mazo (a quien no he visto en directo en mi vida) es una joven elegante e inteligente (a juzgar por sus declaraciones en la SER), que sin duda llevará con gracia tanto la corona festera como el hecho de que su futuro suegro sea el alcalde, aunque… igual para cuando la guapa se case, Javier Pagola es jefe de la oposición.
(Jesús María García)