Eustaquio Inigo
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Para despedir a un hombre claro,
amaneció oscura la mañana.
No regresará el gesto templado,
ni volverá a sonreír en su ventana,
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Honesto y sencillo ante la vida,
confiado esperó la muerte.
No sabía que a llevárselo venía,
ningún hombre escapa a su suerte.
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La tranquilidad de la voz pausada,
se queda ya en nuestro acervo,
la prudencia de sus palabras,
guardaremos como mejor recuerdo.
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