Vaya por delante que me gustan los toros. También las vacas. Lo que ya no me gusta tanto es que los calagurritanos/as tengamos que sufrir los excesos megalómanos de nuestro alcalde -conocido como “el magnánimo”- y de su concejal de urbanismo, famoso por el gran prestigio que como negociador está adquiriendo en esta legislatura
Hay que agradecerles –entre otras cosas- que tras trece años de gobierno tengamos telarañas en las arcas municipales, (una deuda de 3.000 millones de pesetas) pese a lo cual no pueden consentir que Logroño tenga una nueva plaza de toros y nosotros no. Aunque tal vez desconozcan que a los ciudadanos de la capital su magnífica plaza no les ha costado ni un solo duro y les hace un servicio estupendo.
Este supuesto agravio con los capitalinos va a ser saldado gracias a una negociación –otra más- del sr concejal de urbanismo, que a cambio de recalificarle unos terrenillos – fuera del casco urbano- a cierta empresa constructora, ha sacado otros “gratis” para poder construir en ellos una nueva plaza de toros. Eso si, en la jugada se derriba la antigua plaza, y en su lugar se construyen 80 viviendas en lo mejor de Calahorra. Negocio redondo para todos…excepto para el bolsillo de los ciudadanos, que tendrán que pagar íntegramente el coste del nuevo coso taurino, al tiempo que pierden un excelente espacio de uso público en el centro de la ciudad.
En Calahorra ya tenemos una plaza de toros, que es más que suficiente. Inmejorablemente situada, perfectamente dotada… que con unas reformas quedaría fantásticamente bien para múltiples usos…pero no les sirve.
La misma goza de una excelente salud, como para dos o tres siglos más de explotación. Hace unos años se gastó la ciudad un dineral en estucar y pintar su fachada, quedando más bonita que un San Luis. También con anterioridad, se remozaron y construyeron unos modernos corrales en su parte posterior, con una fuerte inversión municipal.
Una plaza de toros en la que hace ya un cuarto de siglo algún iluminado pensó y ejecutó los asientos de hormigón más incómodos que jamás trasero alguno haya conocido…exceptuando a los faquires. Una modificación que ha condenado durante décadas a la mayor de las incomodidades a quienes se han acercado al coso. Y es que la plaza de toros de Calahorra es incómoda a más no poder. En eso todos estaremos muy de acuerdo, pero es algo que tiene una fácil solución, además de barata. Tan solo sería necesario arrancar los banquitos de tortura e instalar en su lugar unas cómodas butacas de plástico, de las que hoy en día se colocan en otras plazas, estadios de futbol, etc. Y problema solucionado. Se perderían doscientas o trescientas plazas, pero se ganaría una barbaridad en comodidad. Incluso si se quiere garantizar la seguridad frente a posibles inclemencias meteorológicas se puede cubrir el techo, como se ha hecho en otras plazas de nuestro entorno, tal es el caso de la de Zaragoza, construida en el siglo XVIII. Sin necesidad alguna de demolerla, y por una módica – en comparación – cantidad económica.
Y además…¿para qué carajo queremos una plaza con seis mil localidades (aforo de la actual), si desde que toreó Manolete no se ha vuelto a llenar?. Porque esa es otra. Sepan ustedes que en Calahorra no va casi nadie a los toros. Hasta tal punto que en la última corrida de las fiestas de Marzo de este año, pese a que se regalaban mil quinientas localidades, resultó que nos juntamos solamente trescientas personas. Mayor evidencia que esta no se puede encontrar.
Y qué decir de lo acontecido en la recién terminada feria de Agosto, en la que hasta el presidente de La Rioja – Pedro Sanz- realizó un llamamiento -tan desesperado como improcedente- alentando a los Calahorranos a llenar el coso taurino. Tal vez para cubrir las anchas espaldas de Pagola y sus delirios de grandeza. Llamamiento en saco roto, pues en ninguna de las tardes (ni tan siquiera con los recortadores o con la corrida de rejones) se llegaron a vender la mitad de las entradas. El que lo dude que pregunte a la empresa explotadora y saldrá de dudas.
Y qué decir del resto de la feria. En la primera corrida de a pie no había ni mil personas en la plaza, y allí estaba don Pedro Sanz como testigo del fracaso. Y en esta ocasión tanto la temperatura, como el clima…toros y toreros invitaban a acudir al coso calagurritano. Pero una vez más quedó demostrado que los habitantes de en esta ciudad no van a los toros…y los de las limítrofes tampoco colaboran.
De mayor cachondeo es todavía que nos vengan con la milonga de que quieren hacer una nueva plaza para dar conciertos, cuando es sabido que en Calahorra solo se organiza un concierto al año y con suerte, gracias a la iniciativa privada de Ismael…que si no fuera por él, no se daría ni uno.
Pero nada de esto importa, pues según el alcalde Pagola y su fiel escudero Portillo, no hay mejor sitio donde enterrar unos 15 millones de euros (cifra orientativa que podría costar la plaza nueva). Unos 2.500 millones de las antiguas pesetas que parecen no ser nada para un ayuntamiento endeudado hasta el cuello. Y nos cuentan que será la “actuación estrella” de la legislatura. No ven ninguna otra necesidad para la ciudad los del equipo de gobierno. Ni estación de autobuses, ni hogar del jubilado nuevo, ni nuevo centro de Salud, ni otro colegio público, ni la necesaria variante Este, ni suelo industrial, ni adecentar la ciudad, ni eliminar las deudas…no.
La máxima prioridad para el emperador Pagola es construir un gran “Colosseúm”, para diez o veinte mil almas, que perpetúe para siempre en la historia su firme abandono sobre el sillón de la alcaldía, y deje como testigo de su existencia un monumental coliseo (dispendio del erario público), que junto a la fuente con chorrillos del Mercadal y a la bandera de España, en la Era Alta, harán que Pagola II el Magnánimo sea recordado por los siglos de los siglos. Amén.
Por concluir de una forma crítica pero constructiva y para ayudar a alcanzar tan elevada meta, propongo (como hizo Nerón), plantar junto a la nueva plaza una estatúa homínida del alcalde Pagola -bañada en oro de veinticuatro kilates- en la que aparezca totalmente erecto (sinónimo de erguido) y a un tamaño XXL. Y bajo la misma clavar una placa en la que pueda leerse: “Llegó, se sentó, se lo fundió…y se volvió a sentar”.