Nadie se libra de esa mala costumbre tan española de creer que cada uno de nosotros somos el ombligo del mundo, -que poseemos la razón absoluta-, casi tan arraigada como la envidia, el deporte nacional.
Tampoco los del 15-M se libran de lo primero. Seguramente pensarán que están en lo cierto y, puede que así sea…O no. Eso la sociedad en su conjunto lo dirá.
Estas últimas semanas, desde ese magma tan complicado de catalogar (y desde quienes se han querido atribuir la paternidad o portavocía del mismo) se han escuchado verdades palmarias al mismo tiempo que memeces extraordinarias. Tan solo voy a referirme a una de ellas, (de las memeces) de la que algunos han hecho bandera con gran júbilo. Consiste en asegurar y proclamar con vehemencia a los cuatro vientos, que todos los políticos son – somos- iguales.
Todos chorizos, todos corruptos; personas que por no ser capaces de ganarse lícitamente un trabajo han decidido ejercer como políticos. Seres remunerados (liberados) por su labor pública…Amancebados.
Se describe a los políticos como bribones – cuando no bandidos- ávidos de robar. Se hace categoría de la anécdota, de la excepción.
Olvidan deliberadamente – o inconscientemente- quienes afirman tal estupidez, que en España hay decenas de miles de personas (de políticos) que por vocación de servicio a los demás, destinan una buena parte de su tiempo, su dinero y de su propia vida a intentar mejorar sus pueblos y regiones…Su país. Decenas de miles de políticos en la escala municipal, autonómica y nacional, cuyo mayor delito cometido es hurtar miles de horas, de días y años enteros a su familia. La inmensísima mayoría sin sueldo y, compaginado su trabajo con la prestación pública.
Decenas de miles de políticos que por cuatro manzanas podridas, (que las hay en la misma proporción que en el resto de gremios) han de ver como se demoniza y denosta una actividad digna y necesaria en un estado democrático, tal es la práctica política.
Tal vez los políticos “Chorizos”, corruptos y sinvergüenzas – que haberlos haylos- tengan que callarse ante tanto disparate. No es mi caso. No solo no me callo, ¡me indigno al escuchar tamañas falacias!, no ya en jóvenes fogosos que reclaman la justicia que se les debe, -con toda la razón-, sino en toda la suerte de botarates oportunistas y “jesuseros” con tanta soltura como desconocimiento o mala fe, que aprovechan para decir en manada lo que no sabrían defender -ni argumentar- en solitario.
Los políticos son como el resto de la sociedad, con sus virtudes y sus defectos, con sus manzanas podridas. Como cualquier otro grupo social o profesional.
Estoy seguro de que a nadie se le ocurrirá afirmar que toda la Iglesia Católica es un nido de pederastas, por muchos casos sucedidos. Sería una barbaridad. Exactamente igual de barbaridad que lo es el afirmar que todos los políticos son corruptos.
El ejercicio de la política es una de las causas más nobles que el ser humano puede desarrollar, máxime cuando lo hace como legítimo representante de sus conciudadanos; elegido libre y democráticamente por ellos.
La práctica política es la acción que busca y debe desembocar en un beneficio para toda la sociedad, mediante el correcto uso de los medios comunes y el cumplimento de las normas aprobadas. La política es imprescindible como instrumento de convivencia, desarrollo y organización. ¿Cuál es la alternativa a la política?…¿El libre albedrío? ¿Los militares?
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Podemos avanzar – y es nuestra obligación hacerlo- en métodos de representatividad más justos y objetivos, en abrir la participación modernizando los actuales canales, mejorando los controles sobre la actividad del servicio público, estoy totalmente de acuerdo, pero…Lo que no podemos hacer – ni consentir que se haga- es denostar y calumniar injustamente el trabajo honesto y responsable de miles de personas. De miles de políticos.
*(Artículo enviado el 13-6-11 y publicado el 17-6-2011 en La Tribuna de la Rioja)