Aparecen los primeros campamentos de víctimas del capitalismo salvaje en la propia cuna del modelo.

Un capitalismo neoliberal – máxima expresión del imperialismo moderno-, que después de pretender mantener su hegemonía a costa de cualquier precio …parece que se desmorona.

En la ciudad de Reno -y en otras ciudades de los EEUU- familias despojadas de sus viviendas, por no pagar el alquiler o la hipoteca, comparten camping forzoso. Acampan, -sin fecha prevista de retirada-, junto al sueño americano de los casinos y las tragaperras… es el despertar de la resaca.

Si el 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín y con él, todo un sueño de imposible comunismo, el pasado 14 de Septiembre cayó otro muro, no menos importante. El muro del capitalismo…o tal vez del liberalismo.

A partir de ese día, los paladines del libre comercio, la libre empresa y el Estado minúsculo se habrán dado con un canto en los dientes. Son ahora los de EEUU…-los del gobierno supuestamente menos intervencionista-, los que con el dinero de todos los ciudadanos se dedican a inyectar miles de millones de dólares en las grandes empresas financieras. Intervenir bancos…nacionalizar aseguradoras. Esas mismas empresas que han parasitado con avaricia los dineros de los ciudadanos, y que rizando el rizo (en una especie de chiste macabro) vuelven a parasitarlos nuevamente.Ahora de los dineros aportados al Estado. Les han ordeñado dos veces.

Al final, lo que está pasando y lo que está por pasar, no es otra cosa que la constatación de lo finito de nuestro sistema y nuestro planeta. Aquí, las habas están contadas, y si tú quieres tener más de las que te tocan…alguno saldrá perdiendo.

El capitalismo no conoce límite, trabaja por acaparar, por aumentar, por crecer, pero en un mundo finito… el crecimiento no es ilimitado.