Más vale llegar a tiempo que rondar cien años. Y el comunicado de abandono de la violencia por parte de la organización terrorista ETA, podría parecer que llega a tiempo de decir que la estrategia tan criticada por el PP -del gobierno del PSOE- , ha culminado in extremis (de legislatura) con el final del terrorismo. Pero… ¿Es cierto lo que acabo de escribir?.
Podemos caer en la fácil tentación de pensar que con ETA ha terminado el “bipartito” de Basagoiti y Patxi López en Euskadi. La determinación de Rubalcaba desde el Ministerio del Interior, la vigilancia de la AVT, o el tesón pétreo del PP. El trabajo de la policía, la unidad de los demócratas.
Tal vez sea así, incluso es casi seguro que todo ello unido supone una parte importante del peso que ha inclinado la balanza. Pero en la terrible historia de ETA como organización terrorista, un atentado fue detonante y el punto de inflexión en su destino.
Este atentado -que supuso el principio del fin de ETA-, no fue el de Tomás y Valiente, ni el de Fernando Buesa. Ni el secuestro de Ortega Lara o el de Miguel Ángel Blanco…No. Ni tan siquiera fue un atentado organizado o ejecutado por la propia banda.
ETA comenzó a desaparecer el 11 de septiembre de 2001, cuando en New York , Osama Bin Laden mandaba dos aviones comerciales contra las torres gemelas. Ese día el imperio yankee comenzó a predicar que el terrorismo era una grave amenaza. Lejos de ponerse manos a la obra para conocer las razones, los orígenes y prevenir los efectos del terrorismo, los USA se dedicaron a invadir países y confeccionar listados de organizaciones terroristas a nivel mundial. En esas listas entraron grupos como Herrí Batasuna y ETA, que hasta aquel momento eran definidas en el New York Times como “Movimiento de Liberación Vasco” o “Independentistas Vascos” . A partir de ese día fueron llamados como lo que eran…Terroristas.
Una cruzada contra el terrorismo recorrió el mundo y los servicios de inteligencia de todos los países vieron reforzadas sus plantillas y sus presupuestos. Se crearon sistemas de información contraterrorista compartidos entre EEUU y otros países de la OTAN, entre ellos España.
Por fin Francia dejó de ser puerto seguro para los terroristas, que vieron como se les acorralaba desde ambos lados de la frontera. Las extradiciones comenzaron a fluir.
Se bloquearon cuentas bancarias vinculadas a grupos terroristas en todo el mundo y se inutilizaron sus fuentes de financiación, asfixiando económica y logísticamente a todas las organizaciones, entre las que también se encontraba ETA.
Esta situación de persecución mundial de los terrorismos, unida a una verdadera colaboración entre países – que hasta ese momento no se había producido-, ha sido la base fundamental sobre la que nuestro gobierno ha construido -en la última década- la estructura activa de acoso y derribo a la banda. Una estrategia (demostrada exitosa) que ha pivotado a nivel de España sobre cuatro pilares fundamentales: la unidad PP – PSOE en el País Vasco, la ilegalización y exclusión de las instituciones vascas del brazo político de ETA, la determinación del Ministerio del Interior en la captura y encarcelamiento de los terroristas, y la asfixia económica.
La quinta pata de esta mesa tendría que haber sido la unidad de los demócratas frente al terrorismo, pero esa ha sido precisamente la que más ha cojeado, gracias a los desvelos de algunos a los que no interesaba en demasía que la amenaza de ETA terminara…Antes de fin de año.