Asistimos en las últimas fechas (llevamos así más o menos unos ocho años) a una orgía de escándalos que afectan directamente al Partido Popular.
A algunos de sus miembros y arrimados se les imputan delitos varios contra la propiedad pública, la intimidad de las personas, cohecho, tráfico de influencias, moobing, prevaricación…la lista es interminable. Los escándalos del PP ya no se circunscriben a determinadas áreas tradicionales- como el Levante o la Comunidad de Madrid- ahora los casos se desperdigan por toda España. Son los propios jueces los que sospechan que en muchos lugares donde gobiernan meten el cazo a diestro y siniestro, bien ellos/as bien terceros interpuestos, testaferros, etc.
En el PP se espían unos a otros. No se fían entre ellos…y pretenden que los ciudadanos les otorguen su confianza. Aunque no es de extrañar…¡Como para fiarse de Esperanza Aguirre!, que es presidenta de la Comunidad de Madrid gracias al escándalo conocido como “El Tamayazo”, en el que “alguien” compró el voto de dos diputados de la Asamblea de Madrid.
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He llegado incluso a pensar que tanto presunto delito y tan nutrido grupo de presuntos delincuentes que se cobijan bajo el paraguas del Partido Popular no sea otra cosa que una estrategia orquestada por alguna lúcida cabeza para conseguir que el número de delitos aumente en España, y de ese modo poder responsabilizar a Zapatero de la inseguridad ciudadana. Son muy capaces, de eso y de mucho más.
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Ahora que las tramas inmobiliarias parece que ya no aportan dinero, (después de haber dejado jodida a media España)…algunos lanzan sus tentáculos hacia otros sectores. Y entre tanto presunto delincuente y presuntos delito, aun sacan tiempo para destrozar a navajazos a sus propios compañeros de partido.