Es un despreciable defecto -practicado por muchos- ningunear y menospreciar a las personas según y de donde provengan.
Entre un médico cubano y uno de la Gran Bretaña muchos preferirán al segundo. Si se trata de elegir entre un dulce confitado por un pastelero holandés o por un tunecino…la mayoría elegirá el primero. Pero estas elecciones radican solamente en el prejuicio. Tendemos a prejuzgar a las personas y sus obras, según su procedencia. Y algunos sinvergüenzas utilizan esa tendencia para despreciar al contrincante y tapar sus propios errores con tan infame y clasista desprecio.
El General “Navarro”, desacredita (en una mezcla de suficiencia y racismo) al equipo de forenses turcos que afirman que el español se llevó para España una treintena de cadáveres sin identificar, de los fallecidos en el accidente aéreo del “Yak- 42”. Pero la realidad es bien distinta…los treinta y dos cadáveres correctamente etiquetados fueron precisamente los identificados por los turcos.
La chapuza de entregar muertos desconocidos a los familiares corrió a cargo de los forenses, militares y políticos españoles.
Los turcos dejan claro –documentalmente- que Navarro conocía que decenas de cadáveres se los llevaba sin identificar y afirman también que estaba borracho.
Yo creo a los médicos turcos…en ambas afirmaciones.
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Y mientras todo esto pasa, un hombre sin vergüenza, sigue en su puesto, agarrado como una vulgar garrapata. Se llama Federico Trillo, y en un alarde de amoralidad se dedica a esconderse, no responder por sus errores y exigir responsabilidades a otros…como hizo con el ya ex- ministro Bermejo. Y en esta reclamación es donde quedó más en evidencia su catadura moral. Bermejo dimitió por una banalidad…y Trillo sigue en su puesto con la muerte de decenas de militares españoles a su espalda…por contratar un avión inseguro y por entregar a sus familias -sin identificar- a treinta españoles muertos por España…como si fueran perros vagabundos