Dicen que en la política uno se puede encontrar con extraños compañeros de cama. Ver a José Blanco y a Esperanza Aguirre pasteleándose mutuamente ha supuesto la práctica constatación de esta máxima.
El que fuera -hasta hace cuatro días- Vicesecretario General del PSOE ha pasado (con la velocidad del rayo) de ser el azote de la derecha a causar cierto estupor con sus inmerecidos halagos a Esperanza Aguirre…la máxima exponente política de la derechona democrática española…que se benefició del “tamayazo”, usurpando la Comunidad de Madrid a la izquierda.
Y sorprende mucho este cambio, pues obliga a poner en tela de juicio dos aspectos. Por un lado la credibilidad que se le supone al Sr. Blanco. Por otro, la solidez de determinados posicionamientos ideológicos de los que hacía gala en sus públicas arengas.
Es entendible que el sentido de Estado -que debe embriagar a un recién nombrado ministro-, te lleve a pensar que hasta tu peor enemigo es “buena gente”…y caigas en el exceso de cantar sus inexistentes virtudes. La condición humana es frágil…y no todos los días le nombran a uno ministro de España. Esperemos que sea eso…que tan solo se trate de la embriaguez momentánea. Del “subidón” del cargo. En cualquier caso, debería conocer Pepiño, que no está sentando nada bien entre algunos/as socialistas (defensores del tradicional ideario socialista) su pasteleo con Aguirre, su velocidad ministerial…y lo que es mucho peor…los apuntes que se destilan en su anunciada acción de gobierno.
Y para muestra nada mejor que analizar su propia toma de posesión como Ministro de Fomento, en la que no faltó nadie…nadie de los responsables de esta crisis. Allí estaban los presidentes y propietarios de las mayores constructoras de España. Su presencia no era gratuita. Venían a saludar la llegada de un ministro que apuesta decididamente por dilapidar 248.000 millones de Euros en obra pública, es decir…carreteras, autovías, autopistas y redes de ferrocarril de alta velocidad. Un dinero público con el que se pretende frenar el desempleo generando estabilidad laboral.
Esas son las pretensiones…los objetivos. Se opta por aplicar nuevamente las mismas recetas capitalistas que nos han llevado a esta crisis mundial. Unas medidas -Sr. Blanco- (traspasar 248.000 millones de euros a las constructoras) que tienen muy poco de socialistas. Aunque pretenda usted crear muchos puestos de trabajo…serán pan para hoy y hambre para mañana.
Tal vez si sale bien la jugada volvamos a ganar las elecciones…pero, ¿para qué?. Mejor será hacer políticas de izquierda e intentar solucionar los problemas de forma definitiva. Para parchear , curar en falso y llenarle los bolsillos a la banca y a los constructores ya tenemos al Partido Popular.
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España no necesita más kilómetros de autopistas, ni más redes de alta velocidad, que no hacen otra cosa que destrozar nuestro medio ambiente y dilapidar recursos económicos que podrían destinarse a otras políticas, que también tienen grandes capacidades para la creación de empleo, como la protección social, educación, sanidad, investigación , medio ambiente y sobretodo…a intentar crear un sistema diferente al que tenemos, que ha demostrado sobradamente su insostenibilidad.
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Mal vamos –en mi opinión- si nos empecinamos en seguir con las mismas políticas. La economía de un país no puede tutelarse indefinidamente con la intervención artificial a cargo de los presupuestos del Estado. Los dineros públicos son finitos y se terminarán.
Por más autopistas que construyamos, y más puestos de trabajo que de forma circunstancial creemos, no haremos otra cosa que retrasar la explosión total de este sistema insostenible.
Ayer poníamos a disposición de la banca hasta 80.000 millones si era necesario, y hoy anunciamos 248.000 para las constructoras. Es una curiosa manera de castigar a los que con su avaricia han propiciado esta situación de crisis mundial.