Algunos sectores económicos…grupos de poder, llevan ya varios años presionando al Gobierno de España y a otros gobiernos en todo el mundo para retomar la aventura de la generación de electricidad a través de la energía nuclear. Pretenden hacernos creer que esta fuente de energía, -sucia, cara y peligrosa- , es la alternativa al agotamiento de los combustibles fósiles y a la lucha contra las emisiones que causan el calentamiento global. El cambio climático. Pero nada más alejado de la realidad que semejante falacia.
La energía nuclear tomó ya en la década de los setenta un camino sin retorno en la conciencia social de la humanidad…pero no en la de los “lobby´s” capitalistas estadounidenses. El fracaso económico demostrado en dicha década, así como los accidentes nucleares de Therre Mile o Chérnobil han desterrado para siempre la energía nuclear de las simpatías del pueblo.
Existen cerca de 450 reactores nucleares funcionando en el mundo con una antigüedad media rondante a los 25 años. Son por tanto 450 bombas de relojería que de estallar a la vez destruirían buena parte de la vida en el planeta. Su producción energética es el 15% de la total mundial.
Esto supone –igualmente- que con políticas de potenciación racional de las energías renovables se puede prescindir de las nucleares en una década.
Existen también motivos de índole económica que desaconsejan la construcción y explotación de nuevas centrales nucleares, tanto por los costes de la propia central (desorbitados) así como por la carísima gestión de los residuos radioactivos y el precio del uranio enriquecido, cada vez más escaso. Pero las razones ambientales y sociales son las que más preocupan a la población.
La contaminación radioactiva que se ha producido durante décadas procedente de las propias centrales, de sus residuos, de los accidentes registrados y sobre sus propios trabajadores. La innegable extensión de la tecnología nuclear a la inseguridad mundial mediante la utilización bélica. La inseguridad civil ante posibles accidentes – como los ya comentados- así como fruto de ataques terroristas o sabotajes. La imposibilidad técnica de inutilizar los residuos nucleares de alta actividad, o la escasez del uranio que hace inviable una extensión del sistema nuclear.
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En España, un reactor nuclear –el de Garoña- ha terminado ya su ciclo, con tres incidentes registrados en los últimos treinta días. Esperamos que José Luis Rodríguez Zapatero cumpla su compromiso y cierre definitivamente esta central tan peligrosa – por antigua- para La Rioja. Y que la aventura nuclear en nuestro país desaparezca de todo aquello que no esté directamente relacionado con la investigación sanitaria.
¡GAROÑA CIERRE YA¡