“ “Hallan el cadáver de un hombre al descargar los contenedores de cartón”
“Bienaventurados los pobres porque ellos poseerán la tierra” (San Mateo, )
“Estoy muy contento de tener este trabajo. Aquí huele siempre mal, pero peor huele el hambre que yo he pasado.” Declaró al periodista el emigrante africano y negro Abibu Masu.
Abibu Masu ha sido quien ha hecho el hallazgo y acoge con gusto a los indagadores.
El fue el primero en advertir la humanidad escondida en el despojo corrupto: “Ví pie, con todos sus deditos”, –dice. La corrupción de la carne ha delatado al cadáver y el negro lo ha reconocido inmediatamente: “Carne de hombre muerto”. “Es que los negros para el olfato son unos águilas”, dice un compañero blanco y rumano que también quiere protagonismo.
“Recuperación y Reciclado para el Medio Ambiente”, Recirsa, es empresa de desechos y naturalmente los despojos humanos acaban en la cinta sin-fin del reciclado, entre cartón y papel. Pero ahí están operarios como Abibu, con su meticulosa dedicación profesional, con su fino olfato para distinguir una carne humana de un tetra-brick. No hay que mezclar las cosas.
Disfrazado con buzo verde pistacho y rayas reflectoras, ha hecho el descubrimiento y no va a salir en el periódico, ha venido el encargado de Recirsa y le ha privado de su momento estelar. Abibu Masu tuvo su frase y su interés, ahora le han mandado que se vaya a casa. Está muy disgustado, pero ha decidido obedecer a la primera, se ha quitado el buzo y marcha, sin decir ni adiós, a su casa, donde duerme con otros ocho negros africanos.
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“El operario que ha encontrado el cadáver se ha tenido que ir del trabajo indispuesto, está muy afectado. Claro, no estamos acostumbrados a estos hallazgos”. Puntualiza el muy conspicuo encargado. Porque el pobre negro no está indispuesto y transita en bicicleta con su chaleco verde pistacho, desde el polígono de Cantabria a su casa pedalea sin ritmo, dando bandazos, él sabe por qué ha encontrado el pernil humano podrido.
Abibu ha atravesado el Sahel, ha atravesado el desierto del Sahara, ha atravesado el estrecho, ha recorrido España con sus dos piernas negras y piensa con amargura: “Yo también soy despojo. También he pasado frío, y huelo mal, aunque nunca haya dormido en contenedor,”.
Y cuando ata su bici a una farola, Abibu se rebela: “¡Joder! Para esto, para esto he venido de África, para descubrir carroña humana”.