La batalla de San Antón | La mala vida - Blogs larioja.com >

Blogs

gamarra

La mala vida

La batalla de San Antón

Uno de los sucesos más espectaculares que la policía local ha protagonizado en lucha con delincuentes: tiros, rehenes, amenazas, gritos, vecinos corriendo y sobre todo el excepcional bombardeo con bombona de butano, nueva arma pesada utilizada sin avisar.

Diario La Rioja: 25/06/2005

En la calle San Antón hay esbeltas dependientas con ajustadísimos pantalones y hay empobrecidos inmigrantes que se declaran incapaces de pagar la renta. Aquella tarde hacía calor en la calle San Antón, y las dependientas, esbeltas y acicaladas, cerraban las tiendas de ropa, pero el bochorno amenazaba tormenta y desató una disparatada lluvia de tiros.



El origen del suceso estuvo en la casera de la vivienda piso tercero del número 20, la mujer insistía en su pretensión de cobrar la mensualidad a sus inquilinos, pero parece que a uno de ellos no le gustaron las formas de la dueña y como no le petaba pagar se organizó la discusión, con voces y griterío. Una vecina servicial y voluntaria, ante el cariz que tomaba la disputa, alertó a la Policía, a la Policía Local, a la nuestra, y allí se personaron los policías para imponer la paz y el orden, pero miren ustedes la poquísima educación de la gente que como recibimiento y bienvenida a los uniformados el sublevado les lanzó una bombona de butano. Era un proyectil raro, ya lo dijo un agente, pero que no dejaba lugar a dudas, el inquilino quería pelea. “Si quiere pelea, villano-traidor, la tendrá”, dijo un poli. Ante la persistente agresividad del individuo, los policías piden refuerzos, pero la munición no se le había acabado al agitado inquilino y al notar el despliegue policial se anima nuevamente y les lanza otro pepinazo bucanero.

A partir de ese momento se desencadenan los hechos a una velocidad tan vertiginosa y peliculera que los numerosos curiosos que paseaban por la zona comercial no logran aclararse de lo qué coño sucede. La mayoría se tira al suelo o huye cobardemente del escenario del tiroteo: la selecta calle San Antón.

Pero la estrategia la tenían los polis muy bien memorizada, mientras algunos intentan distraer al agresor, dos de sus compañeros suben por la escalera hasta el tercer piso, el inmigrante e inquilino furibundo aparece en el descansillo armado con dos-cuchillos-de-cocina-dos. Uno de los agentes, que habían subido pistola en mano, dispara al individuo y cree que le ha acertado, y lo da por abatido, una conclusión totalmente precipitada, pues décimas de segundos después el furiosos inquilino, moroso, inmigrante y moro se incorpora como un auténtico energúmeno y arrolla a los dos integrantes de la patrulla policial, que ruedan por las escaleras. El agresor, que tenía unos reflejos de pantera, blandiendo uno de los cuchillos logra hacerse con la pistola de uno de los agentes y con ambas armas en sus manos persigue escaleras abajo a los polis. Una vez en la calle, mientras varios efectivos policiales intentan poner a cubierto a los numerosos testigos, el moro feroz y ahora pistolero comienza a disparar con la pistola robada a los policías, que repelen la agresión con sus armas reglamentarias.


Las balas volaban por el escaparate de Zara, la gente estaba aterrada pues los disparos a veces daban en el blanco, quiero decir en el cuerpo del agresor, pero otras veces iban a morir, las balas, en las fachadas de honorables comercios o en la carrocería de vehículos aparcados correctamente. Finalmente algunos polis se sujetan el pulso, apuntan serenos y le meten hasta seis proyectiles de bala en el cuerpo del que llamábamos inquilino furioso, y ahora es delincuente acribillado, aunque como los de la local no dispararon a matar el herido no tuvo afectado ningún órgano vital.



Café con leche
El tiroteo causó el pánico en la zona. Las esbeltas dependientas de comercios de ropa se parapetaron tras sus novios, que no imaginaban el peligro de la cita con su chica. Los trabajadores y clientes del bar Ritz se escondieron detrás de la barra, en la cocina y en el baño. “Todavía tengo el corazón acelerado”, admitía una responsable del local, que añadía: “El agresor había tomado aquí un café con leche momentos antes del tiroteo. Parecía un chico muy majo”. Nadie aclaró la mezcla de tal café…

La “la batalla de San Antón” concluyó con el agresor herido e ingresado en la UVI. Del lado de los agentes del orden, seis fueron atendidos en el Centro de Salud Espartero, tres de ellos por cortes por arma blanca y otros tres, por contusiones. Además, varios tuvieron que recibir asistencia psicológica, pues un tiroteo de cerca te pone de baja con los nervios para días

Temas

Memoria de los sucesos publicados en Diario La Rioja en los últimos siglos

Sobre el autor


febrero 2011
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28