El cuerpo de Danièl Taillefert fue encontrado en medio de un charco de sangre debajo de una de las camas de su domicilio, ubicado en el piso tercero del número 5 de la calle Fundición, de Logroño. El cadáver presentaba dos cortes en el cuello, y un tercero en el pecho izquierdo, todos ocasionados por arma blanca.

Danièl Taillefert Pralong, de 47 años, estaba muy vinculada a movimientos de inmigración, así como a organizaciones solidarias: Amnistía Internacional y Manos Unidas…

Danièl había nacido en julio de 1951 en un pueblo cercano La Rochelle, al norte de Burdeos. Una francesita espigada y dulce, orlada de buenas maneras, se educó muy finamente en la caridad cristiana y el amor al prójimo. Danièl era una bendita desde niña. Llegó a La Rioja, y casó con un riojano, y tuvo dos hijos, chico y chica, por cierto gemelos. Luego vino la separación, y por eso, desde hace unos años, Danièl vivía sola.

Danièl tenía su puesto de trabajo en la empresa “Arisa”, en donde desempeñaba funciones de secretaria de uno de sus directivos desde hacía 18 años.

Con inteligencia despierta y ánimo confiado Danièl ayudaba a la gente, la socorría: emigrantes, personas recién llegadas a Logroño, sin trabajo, sin techo y sin futuro. Forasteros ignorantes, incomunicados, sin lengua en la que hablar, sin un oído a quien confiarse, hombres sin cama ni techo eran acogidos por Danièl sin prejuicio previo.

A Danièl se le echó en falta el lunes al no acudir a su trabajo a las 8 de la mañana. Se empezó a sospechar que algo no había ido bien al recibir en la empresa Arisa, donde trabajaba, una llamada de su hija y una más de un joven pakistaní cuya familia era considerada de las íntimas para Danièl Taillefert. Las llamadas de inicial sospecha fueron alarmando a las amistades de Danièl. Una de ellas, que disponía de llave de su vivienda, se dirigió a su domicilio y encontró el cadáver de Danièl debajo de una de las camas, envuelto en un edredón y en medio de un charco de sangre.
Curiosamente, esta misma operación ya había sido realizada el día anterior por parte del ciudadano pakistaní, que no observó nada extraño. Este inmigrante celebraba su cumpleaños ese domingo, festejo al que había invitado a Danièl. En vista de que no respondía a las llamadas telefónicas, sus amigos pakistaníes decidieron acudir a su domicilio. No observaron nada extraño aunque no miraron debajo de las camas.

Los vecinos del inmueble comentan que la víctima ocupaba el cargo de presidenta de la comunidad de propietarios: “Era muy amable, muy maja, simpática y tenía buena relación con todos”. Incrédulos, resaltaban que Danièl no había protagonizado nunca ningún incidente. “A su vivienda llegaban inmigrantes con sus hijos, a los que daba alojamiento y comida”, afirma una vecina.

Conocido el suceso, algunos comentarios afirman que en la mañana del domingo les sorprendió el elevado volumen de la música procedente del piso de la víctima.

“Joven de 21 años, súbdito rumano y cuya identidad responde a las iniciales G.M., sin antecedentes policiales y que en la actualidad reside ilegalmente en el territorio nacional”. Esta era la descripción del principal sospechoso de la muerte de Danièle Paule Taillefert.