Puerto de Mazarrón, Murcia, 14 de enero de 1956. Hermanos de una conocida familia de Haro encontrados muertos en una playa. En una roca próxima, tres copas con posos de sales de acedera, un veneno letal. Las tímidas olas bañaban los cadáveres.
Tres hermanos de Haro, de una honorable familia expropietaria del conocido Hotel Higinia, realizan un estrambótico viaje hacia las playas mediterráneas. Recaban en Cartagena y luego en la playita de Nares, en Puerto de Mazarrón, en el invernal enero de 1956. Iban decididos a tomar las aguas de la muerte, en un cóctel de vino y sales de acedera, un veneno letal para una saga familiar tan honrada y tan arruinada.
En la orilla del mar se encontraron tres copas con un poso de sales, y cerca dos cuerpos. Dos cuerpos muertos, uno era de una mujer, el otro de un hombre. La mujer vestía abrigo de piel y estaba desnuda, el hombre vestía un abrigo gris. Nada se sabía de sus identidades, ni de su procedencia, ni de sus propósitos, que concluyeron con su muerte a orilla de un inocente mediterráneo.
Iniciadas las indagaciones se conoció que una tercera persona, otra mujer, estaba desaparecida, seguramente también en el mar.
Y las investigaciones se iniciaron: la Polícia comenzó a preguntar, a interrogar, a incordiar, y el embrollo se iba embrollando. Que vestían como señores, que gastaban como señorones, que almorzaron angulas, que durmieron en pensión modesta, que pagaban con billetes de mil, que si nada se puso en claro.
El día 14 de enero, domingo, un pescador encontró los cuerpos. Casi siempre los cadáveres los hallan pescadores, pastores o buscadores de setas. Siempre gentes pobres, inocentes y que pasaban por allí. Se rebuscó en las pertenencias de los muertos, se interrogó a los taxistas que los llevaron por media costa cartagenera. Se supo donde durmieron, y que porfiaron en busca de una playita, de un arenal para yacer mecidos por el mar. La prensa se revolvió inquieta ante el misterio de las tres copas, un suceso tan atractivo, tan morboso como comercial, y el redactor jefe de ABC envió sabuesos reporteros para enterarse, para explicar suceso tan inexplicable. Se escribieron decenas de crónicas, el diario ABC se proclamó líder de esta información…. Irrumpió en los diarios la belleza de la mujer, que era hermosa de hechuras y con la melena caoba, además apareció casi desnuda, cubierta la piel de pieles y de la ineludible rigidez de la muerte. Pero dama tan hermosa mudó tras la correspondiente autopsia aplicada implacable. Las vísceras las enviaron a Madrid, donde las iban a analizar por lo menudo, o por los menudillos.
Y se supo definitivamente que los dos muertos habían envenenado sus cuerpos, voluntaria o obligatoriamente, con monóxido de potasio y que habían bebido su muerte en copa.
Conexión riojana
En el maletín abandonado por las víctimas se encontró un ejemplar de Nueva Rioja, de 1953, que en la página primera informaba de un suceso ocurrido en Valencia, donde un hombre había muerto envenenado con sales de acedera por error.
Este hallazgo y la reconstrucción de un carné de identidad hallado en trocitos entre unas ropas señalaron la procedencia e identidad, y las posibles motivaciones de los decesos.
Los muertos y la desaparecida eran hermanos y de Haro. Familia acomodada que había trabajado como propietaria en el negocio del Hotel Higinia, traspasado años después. Se les identificó, como Julio, Marina y María José Pérez de Nanclares Gómez, de 62, 52 y 47 años. Vendieron el Hotel e iniciaron una singladura como empresarios de diversos negocios en los que fracasaron tan rotundamente que solo en la muerte encontraron la forma de saldar sus deudas.
(A este suceso nacional, el periódico ABC, en su edición de Andalucía, La Verdad de Murcia y Diario La Rioja le dedicaron muchas páginas