Sacó un gran cuchillo y con él acometió a su víctima causándole una profunda herida que casi le separó la cabeza del tronco
La Rioja, marzo de 1904
La crónica de sucesos a comienzos del siglo XX se engrosaba con abundantes crímenes, y los correspondientes juicios que ‘La Rioja’ describía con detalle. Tiraba el riojano de cuchillo, de navaja o tiraba tiros con funestas intenciones. En una sola semana se juzgaron en la Audiencia de Logroño dos terribles asesinatos.
Degollado en «La Degollada».
Los hechos, según la relación fiscal, fueron como sigue: «En la mañana del 4 de agosto último, el procesado Agustín Moreno Hernáez, vecino de Torrecilla sobre Alesanco, y sujeto de malos antecedentes, se dirigió desde su pueblo a la ciudad de Santo Domingo de la Calzada. De aquí y tras beber y jugar a la pelota, retornó a su pueblo por la carretera de Santo Domingo a Nájera.» Muy poco camino había andado cuando divisó un carro que iba en la misma dirección, al que alcanzó, y como no llevaba carga solicitó de su conductor, Florencio Hernández, permiso para subir en él y hacer el viaje con más comodidad, a lo que accedió Florencio. Una vez en el carro hicieron conversación, contándole Florencio que se dirigía a Alesanco para comprar unas cántaras de vino. Florencio, después de haber merendado, se dispuso a descansar un rato, echándose para ello a dormir en un saco de paja, y dejando el gobierno del carro a su recién conocido amigo Agustín. Éste, en lugar de corresponder y demostrar agradecimiento, decidió matarlo para después aprovecharse del dinero que pudiera llevar para pagar el vino. Como conocía muy bien el terreno, Agustín esperó a llegar al sitio llamado de «La Degollada», lugar entre cerros y muy alejado de donde pudiera ser visto En ese sitio y con Florencio dormido a pierna suelta, Agustín sacó un gran cuchillo y con él acometió traidoramente a su víctima, causándole una honda y profunda herida que casi le separó la cabeza del tronco. Como al recibir tan tremenda herida Florencio se moviese, el Agustín le volvió a dar golpes nuevamente con el cuchillo, causándole hasta ocho heridas más, de las cuales murió instantáneamente. Sin que le inspirase respeto ni compasión el cadáver ensangrentado el procesado registró las ropas del Florencio, encontrándole al desceñirle la faja un taleguito con 3.000 pesetas. Y allí mismo, en las proximidades de La Degollada, abandonó carro y cadáver, y tras lavarse retornó a su pueblo con el dinero». Hasta aquí el resumen de la relación del fiscal.
El veredicto
Se sometió a la deliberación del jurado todo lo visto en el juicio, y en poco menos de una hora el tribunal dictó sentencia, en cuyo espacio de tiempo permaneció el procesado cabizbajo y sólo se atrevió a decir que se contentaba con que le sentenciasen a cadena perpetua. Por fin el Tribunal salió dictando el terrible fallo, en el que se condenaba al procesado Agustín Moreno Hernáez a la pena de muerte, ejecutada en garrote en la prisión en que se hallare y a indemnizar a la familia de la víctima con 5.000 Ptas.