Hay veces que un día sencillo se convierte en algo muy especial. El último día que vivimos en Ushuaia fue una sencilla jornada en el bosque, rodeados de los Andes, los lagos Escondido y Fagnano y buena compañía.
Un 4×4 nos llevó por unos caminos tortuosos hasta un alto desde donde teníamos una increíble vista de los lagos pero llegar no fue fácil, porque unos días antes había estado lloviendo.
Por el camino paramos a ver lo que son capaces de hacer los castores en los ríos. Yo me quedé completamente flipada. Además de cortar árboles para desgastar sus dientes, que les crecen hacia su propia garganta, forman sus madrigueras en los ríos y para protegerse de sus depredadores (que en Argentina no existen, ya que son animales que trajeron de Canadá), forman diques que cortan el curso del río y ahogan los árboles que hay a su alrededor. Realmente impresionante las extensiones que destruyen.
El problema es tan grande que el gobierno argentino paga a quien entregue colas de castores, pero no demasiado, sólo quince pesos, así que la iniciativa no tiene mucho éxito.
A la hora de comer paramos en la cima de un pequeño monte y con el calorcito del sol disfrutamos de un choripan y de una abundante ración de cordero patagónico.
Allí cada uno llevaba su ruta de viaje. Diez ejemplos diferentes de cómo conocer Argentina.
Por la tarde dimos un paseo en canoa por el lago Escondido, rodeados de las montañas andinas más redondeadas por el efecto del gran glaciar que hace “cuatro días” cubría toda la Patagonia.