La segunda excursión en Salta la hicimos en dirección contraria al día anterior, hacia el Cafayate. Fue casi tan larga como la del primer día, pero nos mostró paisajes todavía más alucinantes.
A cada paso, el paisaje va cambiando, y te deja ver extrañas imágenes
Más de cuarenta kilómetros de formaciones rojizas, que recuerdan a cañón del Colorado que te dejan con la boca abierta. Al principio paras cada dos minutos el coche para hacer fotos, pero luego te das cuenta de que aquello es infinito.
Y puede ser también muy gracioso: indios que al cruzar la curva se convierten en monos, tortugas que esconden la cabeza con el cambio de rasante, monjes seguidos por una procesión de monjas o (como en esta) barcos que se hunden.
Y te sientes tan pequeño en algunos lugares… Como este, la garganta del diablo
O este, el anfiteatro…
Regresamos a Salta cansadísimos después de un día entero de coche, pero como en un nube, con la sensación de haber estado en otro mundo, en otro planeta y pocas ganas de dejar aquel lugar.