El último destino del nuestro viaje fue la capital, Buenos Aires. Llegamos muy intrigados, porque varias personas de las que nos habíamos encontrado nos habían hablado “mal” de la capital y no nos lo podíamos creer. No sé dónde estuvieron ellos, pero no puede ser el mismo Buenos Aires que yo viví.
La capital parece un lugar completamente diferente dependiendo de en qué día de la semana se visite. Lo ideal es poder verla en las dos situaciones:el bullicio estresante en la calle Florida que no te deja caminar en los días laborables…
…y la tranquilidad y el paseo de los fines de semana en la plaza de Mayo…
…con su Casa Rosada. Una pena que estuvieran de obras, pero tuvimos la suerte de poder entrar a visitarla.
Además, los domingos reservan al visitante un recorrido imprescindible por el mercado de San Telmo…
…mágico y entrañable, donde imitadores de Gardel, bailarines de Tango y marionetas andantes entretienen al caminante mientras se decide entre antigüedades, libros, ropa, recuerdos, discos y todo tipo de objetos indescriptibles.
El barrio de Boca, con su mítica calle Caminito y el estadio de fútbol, refleja el Buenos Aires más auténtico y aúna dos de las grandes pasiones de los argentinos: el tango y el fútbol.
Por la noche, Puerto Madero permite dejarse llevar por las luces del puerto y los hoteles de lujo…
…y disfrutar sin remordimiento del bife de ternera, el ojo de bife, el vacío o el matambre ante una copa de vino.
Y así terminó nuestro viaje. Volvimos a casa orgullosos de haber podido vivir un viaje como este, de conocer a la gente que conocimos y de ser lo felices que fuimos. Solo espero poder volver algún día.
¿Próximo destino?