El norte de Thailandia es completamente diferente de Bangkok, parece otro país. El mayor atractivo y lo que más sorprende al turista son las tribus y sus protagonistas lo saben. Viven su día a día como si el tiempo no hubiera transcurrido, pero aprovechan sin dudarlo las visitas, pidiendo monedas por hacerte una foto con ellos y sus pintorescos atuendos. Aseguran que visten así día a día y que no lo hacen por sacar dinero y yo me lo quise creer. Prometo que el color de los dientes de esta mujer era real (comen la hoja de una planta que los vuelve negros, símbolo de felicidad).
Cuando ya no puedes ir más al norte llegas al Triángulo de Oro. La frontera natural entre Myanmar, Laos y Thailandia que genera la división del río Mekong.
Es una vista espectacular y resulta muy mágico pensar que estás viendo tres países diferentes a la vez. Según nos explicaron, el nombre lo recibe porque la zona era un criadero de opio muy fructífero.
La frontera con Birmania impone por su seguridad y por el poco movimiento de viajeros que hay.
La sensación constante en el norte es de paz, tranquilidad y silencio, lo contrario que en Bangkok y no hay un solo lugar que visites que no te deje con la boca abierta.