El sol y el calor nos acompañaron en una bonita excursión hacia el norte para conocer una de las tribus más curiosas de Thailandia: las mujeres jirafa. Viven de lo que cultivan y de lo que les damos los turistas y su hogar son pequeñas casetas en mitad del bosque.
Se dedican a hacer ropa y objetos curiosos, como marcapáginas de caca de elefante, que venden a los turistas por unos 2 euros (carísimo comparado con lo que cuestan allí las cosas).
Por lo que pudimos ver, conservan sus tradiciones y viven como lo hacían hace cientos de años, con sus sus ropas de colores y sus collares que les alargan el cuello. Es realmente alucinante lo que pesan.
Yo había escuchado que no se lo pueden quitar, pero no es cierto. Si se lo pides amablemente, se lo quitan con cuidado y te lo dejan para que te lo pruebes.
Perfectamente maquilladas sonríen a los turistas y conversan con ellos en un inglés muy limitado, pero que les sirve para conseguir algún que otro bath. Aseguran que no sienten que estén traicionando su cultura al dejarse fotografiar y permitir que paseemos por su aldea como si se tratara de un museo, aunque en algunas zonas no se pueden visitar. Una de ellas nos contó que así viven mejor y que gracias a los turistas sus hijos tienen un mejor futuro. Pero siempre dentro de la aldea, y trabajando.