Una de las cosas que más nos intrigaba del viaje es cómo iban a ser esos tres primeros días en el Parque Nacional de Tanjung Punting. Volamos de Java a Borneo, o como los indonesios prefieren que la llamen, Kalimatán, dándole vueltas a cómo sería aquello del klotok.
Se trata de un tipo de barco (y cuando digo barco que nadie piense en un crucero) que es el único al que le está permitido adentrarse en el bosque por el río Sungai Sekonyer. Es una embarcación tradicional que normalmente compartes con más gente y en la que con los turistas van un capitán, un ayudante, un cocinero y un guía. El klotok es tu ‘hotel’ y aunque las comodidades son las mínimas, te sientes tan a gusto como si estuvieras en un cinco estrellas.
El nuestro, es ‘Kalimatan Explorer’, estaba preparado para cuatro personas, pero tuvimos suerte e íbamos solos, así que pudimos elegir entre el ‘camarote’ de abajo y el de arriba. El de abajo tiene aire acondicionado, pero por la noche, en cuanto apagan los motores, te quedas sin él y no hay quien soporte el calor. El de arriba en realidad no es un camarote, sino el ‘altillo’ donde pasas el día, que por la noche queda transformado en una maravillosa y acogedora habitación con todo el bosque ante tus ojos (hasta que se hace de noche, claro) y el sonido de los animales que te acompaña hasta al amanecer.

Nuestra primera comida en el klotok

Vistas desde el klotok

Conversando con Agus, nuestro guía en el klotok
Es indescriptible saber que estás en un lugar perdido,
sin otra forma de volver a la civilización que el barco y rodeados de naturaleza salvaje. Yo estaba convencida de que algún mono narigudo dos despertaría saltando sobre la mosquitera, pero no. Ellos están a lo suyo.

Creo que nunca jamás olvidaré los
desayunos preparados al detalle en la parte alta del barco mientras se movía a las 6 de la madrugada, con la niebla levantando poco a poco, el calor pegando ya fuerte, escuchando al bosque despertarse y con estas vistas.


Y además de lo especial de este alojamiento, durante los tres días que estuvimos en Borneo,
nos hartamos de ver orangutanes (evidentemente es una forma de hablar, porque nunca te cansas de mirarlos).




Tras tres alucinantes días nos despedimos
con mucha pena de nuestros compañeros de viaje a los que después de tres días les habíamos cogido mucho cariño. Nos acordaremos siempre de los ricos pancake, las meriendas con zumo de frutas recién cogidas, sus explicaciones sobre su país, sus duchas bajo la lluvia y sobre todo las
charlas con ellos tras la cena en la absoluta oscuridad de Tajung Puting.
Consejo para el klotok: Cuando cruces de barco a barco para llegar al tuyo, recuerda sujetar bien tus gafas de sol, sobre todo si son nuevas. 🙁
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