Cuatro horas de tren, otras cuatro de coche, un último tramo de carretera que parece que lleva al fin del mundo entre baches y cuestas imposibles, dormir poco y levantarte a las 3 de la madrugada…
Todo, absolutamente todo merece la pena por ver amanecer junto al volcán Bromo y subir después hasta asomarse a su cráter.
La excursión empieza a las 4 de la madrugada con el objetivo de subir frente al volcán cuando todavía es de noche y ver salir el sol desde allí.
Si miras a un lado ves la luz abrirse paso entre montañas y si miras al otro el Gunung Bromo y el resto de montañas y volcanes que lo rodean se van iluminando poco a poco hasta mostrar un alucinante paisaje lunar.
Y cuando ya parece que lo has visto todo, todavía queda lo mejor: subir al cráter. Nosotros alquilamos uno de los caballos que hay cerca de la base, gracias al que ganamos tiempo y pudimos disfrutar del cráter solos durante un buen rato. Además, es muy divertido.
En el último tramo toca subir escaleras…
…pero lo mejor es mirar hacia atrás
Y por fin…
Éste no es uno de los volcanes más altos de Indonesia pero su belleza radica en su ubicación: es uno de los tres que surgió de un inmenso cráter y se eleva desde el centro de la caldera Tengger. Además, aunque turistas no faltan, toda la comarca ha conseguido mantenerse alejada de las tentaciones de sacar partido al turismo de forma masiva, sus habitantes te ignoran, siguen con su vida y solo se dirigen a ti para ofrecerte un plato de arroz que están degustando tranquilos en la calle. Sólo viven pendientes del volcán que les protege.
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