El cambio de escenario fue de lo más chocante: del frío y el humo del volcán Bromo al calor y las playas de Flores. Ya en el aire puedes empezar a hacerte una idea de qué es lo que podrás ver:
El aeropuerto de Labuanbajo es de lo más curioso.
Por ejemplo, estas son las cintas en las que recoges las maletas:
Es decir, que no hay. Unos señores van cantando el número de tu maleta, pasas le das el ticket y te la dan. Así de fácil.
Nuestros objetivos en el mar de Flores eran principalmente ver los dragones de Komodo y hacer snorkel y pasamos allí tres de los mejores días del viaje: felices, relajados y sin parar de reírnos gracias al guía, el cocinero y el capitán que nos acompañaron, encantadores, entrañables, divertidos…
Contratamos un barco para pasar tres días completos en él. Algo como el klotok pero en el mar.
En cuanto nos acomodamos partimos hacia Rinca y Komodo, las dos únicas islas del mundo en las que habita el lagarto más grande que existe. Yo no tenía nada claro que fuera tan fácil verlo, pero sí, ves muchos y sin demasiado esfuerzo. Eso sí, para recorrer cualquiera de estos parques naturales es obligatorio ir con un ranger del parque, ya que son animales muy agresivos y ya han atacado a un puñado de turistas. Yo iba muerta de miedo. La verdad es que no me tranquilizaba mucho que nuestra única defensa fuera este señor con un palo:
Es muy auténtico saber que en esa isla no viven mas que el guarda y los dragones de Komodo y que no hay nada más. Así que el paisaje se conserva intacto y salvaje
Pero la verdad es que aunque no hubiéramos visto ni un solo dragón de Komodo, sólo con poder navegar entre cientos de islas en las que no vive absolutamente nadie, sin prisa y con toda la paz que uno puede imaginar, merece la pena. Y todavía nos quedaban dos jornadas en el barco.