La compañera Sonia Tercero me puso sobre la pista. “He visto en el escaparate de una lencería de avenida Portugal, en Logroño, una cosa muy rara. Parece un sujetador, pero cubre todo menos el pecho”. Me faltó tiempo para ver de qué se trataba y me encontré con esto:
Tras unos segundos perpleja, me percaté del cartel-anuncio que acompañaba al maniquí. Se trata de un ¿artilugio? ¿prenda? ¿pieza? ¿..? destinado a las mujeres y para su uso durante la noche, mientras duermen. Evidentemente no es un sujetador porque, lejos de sujetar, deja el pecho a su libre albedrío. ¿Para qué sirve entonces?
Pues para evitar las arrugas que con la edad se forman en el canalillo femenino. No seré yo quien cuestione la eficacia de este invento aunque, así de entrada, no me resulta nada atractivo dormir con semejante escapulario pegado al cuerpo. Si alguien lo ha probado, que cuente, que cuente…
¡¡¡SOS!!!
Y hablando de inventos ‘singulares’, llevo tiempo dándole vueltas a uno que me solucionaría la vida, al menos la capilar. Yo suelto la idea y que alguien lo invente ¡por favor!
Se trataría de algún accesorio para ocultar o disimular la raya blanca que empieza a asomar en la cabeza de las mujeres que peinamos canas a los pocos días de aplicarnos el tinte. El pelo crece y la raíz, entre gris y blanca, dibuja una horrorosa banda nevada que atraviesa nuestra cabeza (amén de las sienes y patillas) sin ningún miramiento. ¿Qué tal ocultarla con algún discreto accesorio, a modo de diadema, lazo u horquilla, mientras esperamos la siguiente visita a la peluquería? En mi caso, mantener la raya del pelo a raya me supondría acudir semanalmente a la pelu y ni tengo tiempo, ni ganas ni presupuesto para semejante tratamiento.
En fin, os dejo algún accesorio que me ha llamado la atención y podría ser el punto de partida para este gran invento sin inventar. Las mujeres como yo lo agradecerán.