El domingo, el golfista Miguel Ángel Jiménez ganaba el Abierto de Hong Kong y establecía diferentes récords, hasta tres, en el Circuito Europeo. «¿Cómo me mantengo en forma? Será el aceite de oliva y el Rioja». Rioja, el vino.
Jiménez siempre ha sido un enamorado del vino de Rioja. Lo cita pública y constantemente. Incluso, poco después de ganar se fotografió con una copa de vino en su mano derecha y su clásico habano en la derecha. El mismo Jiménez que en el 2006 ganó el Campeonato de España en Logroño o que este año, como vicecapitán de José María Olazábal, ha incluido en sus vitrinas la Ryder Cup.
Digo esto porque el Consejo Regular de Rioja suele reconocer periódicamente a una personalidad de calado mundial con su premio Prestigio Rioja. El último, Pau Gasol. Carlos Sainz o Theresa Zabell son otros deportistas distinguidos. Miguel Ángel Jiménez es un extraordinario precandidato. Lo dice él mismo. «Soy como una botella de Rioja, mejoro y mejoro con el paso de la edad». Otra de sus frases.
A veces, los premios suelen tener un componente cortés o una obligación social, política o económica. En este caso, Jiménez es un tipo normal. No hay obligaciones. ¿Qué puede aportar a Rioja? Su imagen y devoción por su vino. Y no me quiero dejar a Olazábal, otro amante de Rioja. Los dos han sido y son grandes ‘vendedores’ de Rioja durante muchos años en mercados muy interesantes para nuestros caldos: Europa, Estados Unidos y ahora Asia, en especial China. Sinceramente, creo que se merecen, al menos, estar en la mente del jurado. Más que otros que no sabían de que iba el tema, pero era interesante premiar.